Quito tambalea…

Los quiteños sabemos la calidad especial de esta ciudad, Patrimonio Cultural de la Humanidad, gestora de la libertad y valiente oponente a la corrupción y los desgobiernos. Desde la capital se han levantado las más grandes voces en contra de las tiranías y las prepotencias de los gobernantes de turno.

En el mundo la ciudad es reconocida y quienes nos preciamos de haber nacido bajo este cielo azul de Quito y aun los hermanos de provincias que han fincado su vida en ella, entienden la particularidad de esta urbe cosmopolita y culta.

Es un compromiso de quienes la habitamos conocerla, para ello hay que recorrerla y apreciarla, revisar su historia, pues solamente su casco colonial, el más grande conservado de Latinoamérica, es una muestra de su valía.

Lo mínimo que esperamos los ciudadanos es que su alcalde y concejales estén a la altura de la ciudad, pues no es concebible que la corrupción ensucie también al consejo metropolitano, no es dable, aunque nos hayamos acostumbrado en los últimos catorce años a saborear en todos los noticieros los bochornosos casos en los que aparecían involucrados los funcionarios del gobierno de la RC y AP.

No es correcto que la primera autoridad de la ciudad esté involucrada en peculado, con grillete electrónico y en medio de una serie de rumores de corrupción que incluyen a su hijo; pero, tampoco es válido que a nombre de estos inaceptables hechos, los ediles quieran a río revuelto colocarse como autoridades de la capital.

Para ser alcalde de Quito, concejal y en general funcionarios de la ciudad hay que preocuparse del lenguaje también, hay que preguntar cómo se pronuncian las palabras, de lo contrario entre las acusaciones, las apologías a la ciudad, la corrupción, los oportunismos y la vulgaridad, terminamos defraudados, renegando de la baja calidad de quienes nos representan en la alcaldía.

Yunda, por dignidad, debería dar un paso al costado y dedicarse a limpiar su nombre, para tener cara limpia de ejercer un cargo de tan alta magistratura. Los demás concejales, muchos de los cuales han hecho del municipio una forma de vida, porque ya van años ahí, deben actuar al margen de intereses políticos y no solamente cuando se trata de defenestrar al burgomaestre. Estas autoridades deben demostrarle al pueblo de Quito sus condiciones de conciencia limpia, pulcritud en la ejecución de sus cargos y su vida personal, de tal manera que la ciudadanía entera se sienta dignamente representada y esperanzada de un concejo municipal merecedor en todo sentido y a la altura de la “Carita de Dios”.