La lucha indígena, sin duda, tiene matices históricos importantes. Se trata de una de las comunidades más desprotegidas del país, en donde la desigualdades sociales son absolutamente notorias. Por eso, sus reclamos no son del todo equivocados, pese a la notoriedad política de varios de sus líderes. Lo he dicho antes y lo repito ahora desde esta misma columna: muchos de quienes estaban en las calles, con justa razón reclamaban por la inacción y desatención del gobierno. Claro, los reclamos transformados en violencia, vandalismo y muerte, merecen el castigo de la ley; sin embargo, el trasfondo me parece legítimo. ¿Está de acuerdo conmigo?
Ahora bien, veamos la otra cara de la moneda, insisto, sabiendo que aunque puede que paguen justos por pecadores y que lo más sencillo sea meter a todos en el mismo saco, hay discursos y consignas que son válidas y coherentes. Lasso lanzó un dardo durísimo, a las puertas del inicio del diálogo con Iza y los suyos. Dijo, fuerte y claro, que el narcotráfico había financiado las movilizaciones. Esto todos lo sospechamos, pero si lo dice el presidente, no basta con un “no tengo pruebas, pero tampoco dudas”, él debe tener cómo demostrarlo y si es así, promover que empiecen las investigaciones del caso. ¿O se trata tan solo de un comentario político suelto para poner en evidencia al correísmo y a Iza?
Las cosas como son. Cientos de manifestantes, distribuidos en distintos puntos del país, durante 18 días consecutivos, requieren de dinero. ¿Cuánto? No unos escasos miles, estamos hablando de millones de dólares para que puedan comer, dormir y mantenerse fieles a la protesta. Pero, hagámoslo más sencillo, ya que estamos en momentos de diálogos, encuentros y mediación. ¿Por qué Iza no demuestra cómo sostuvo a sus acólitos y se deja de una buena vez de decir que el “corazón de los ecuatorianos” y su buena voluntad ayudó a los manifestantes? Demuéstrele al país que el correísmo y sus secuaces no han tocado a sus bases.
Como aquí los políticos nos consideran tontos, creen que este país está lleno de patriotas y fervientes defensores de la democracia y la estructura estatal. Hace mucho que perdimos esos valores como nación, salvo las excepciones de quienes aún pensamos que este país puede ser menos desigual e injusto para las grandes mayorías, pese a la clase política que nos lidera. Me niego a pensar que somos ingobernables, ¿o sí?
@ItaloSotomayor
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