Petróleo al borde

La necesidad humana de “comprenderse” movió a la especie a crear mecanismos de relación y se inventó el lenguaje —que aportó al avance acelerado de la civilización—. Sin embargo, siempre hubo equívocos que provocaron guerras y masacres. Actualmente, en política el mensaje tiene muy baja probabilidad de contar una  “verdad”; con ello, agravan la pobreza en el afán de “regalar” nuestro petróleo, cambiando la forma de contratación.

Variedad de “fuentes informativas fabrican  múltiples verdades” y crean en las audiencias un suspenso de alto riesgo con el fin de manipularlas. Esto termina en el escepticismo colectivo, en  tanto la gente sin ética busca el poder solo para beneficiarse y retomar la explotación colonial de nuestros recursos.

El abuso de la “magia informática” nos trajo a la era de la posverdad, donde es imposible tener certeza sobre acontecimientos  y  actores; cada quien asume lo que mejor se acomoda a su creencia. La vida cotidiana muestra incremento de crímenes, guerras, ejecuciones a la carta y conflictos de toda índole. La hipocresía política maneja sus códigos como verdades y engañan a todos usando los medios cómplices; llevan a la sociedad a la soledad y desamparo, mientras roban sutilmente, en tanto quienes gritan contra la delincuencia y los atracadores de cuello blanco asumen su silencio.

El siglo pasado fue hegemónico de los grandes medios que tal vez comenzaron con intención de ayudar a consolidar sociedades democráticamente informadas, pero  terminaron sometiéndose al poder y defendiendo sus intereses, ocultando en la “intencionalidad del mensaje” la verdadera senda de las cosas.

Afrontamos momentos críticos al pretender cambiar contratos petroleros equilibrados, por un modelo probado como altamente nocivo para nuestra economía, en el que las petroleras buscan hacerse sin contemplación de toda la riqueza, ordenando a las gentes que tienen en el poder.