Paz y justicia

La Historia está llena de fracasos y pocos éxitos. No somos la excepción, los últimos movimientos de masas lo demuestran, en esto hay numerosas variables físicas y sociológicas que afectan el avance y estabilidad social.

En las rebeliones de las poblaciones nativas americanas subyace un proyecto continental, al que se adhieren intereses políticos que buscan implantar un modelo justo, según ellos. Sin embargo, esa visión favorece a un sector de la población y no a toda; es donde nace el conflicto y la violencia.

El bloqueo de las ciudades por masas de campesinos tiene su origen y razón, pero se adhieren otros, algunos extremos y dogmáticos que generan estrategias y acciones de la vieja escuela para derrocar al poder constituido.

Las clases medias y altas se quejan y generan odio y racismo, sin embargo, salen con carteles pidiendo ‘paz’, que es correcto para un país desorientado, pero nunca se vio uno que diga ‘paz y justicia’, única forma de alcanzar el bienestar social.

Seguramente ninguno de los manifestantes en contra del reclamo nativo conocerá cómo viven los pequeños campesinos, cuál es su realidad, qué significa vivir bajo leyes de comuna y más detalles de su subsistencia. Por ello, pedir algo para ellos es de justicia ineludible, recordándonos que cuando las situaciones se deterioran al extremo, son proclives a la explosión social.

Una serie televisiva que describe la corte del Rey Sol, evidencia claramente cuándo comenzó a nacer la Revolución Francesa, misma que estalló con su sucesor Luis XV, que gobernó sin modificación alguna a las condiciones de opresión social. Similares han sido todos los cambios violentos en el mundo por no dar justicia a los más débiles. Es necesario entender que los mestizos somos migrantes a este continente en el que florecieron culturas nativas que construyeron civilizaciones, lamentablemente destruidas por una conquista con creencias y sistemas absurdos.