Quito, crisis y oportunidades

Paco Moncayo Gallegos

La ciudad de Quito celebra un aniversario más de su fundación española; una ocasión propicia para exaltar la belleza de su verde geografía; la riqueza de su patrimonio arquitectónico; sus extraordinarios bienes culturales; la naturaleza gentil, franca, pujante de su pueblo; su historia rica en páginas de sacrificio heroico en defensa de las libertades; en fin, para destacar las grandes virtudes que adornan a la capital de los ecuatorianos.

A lo largo de su noble existencia Quito ha ido atesorando títulos y reconocimientos como pocas ciudades en el mundo: fue la descubridora del río mar al que se conoció como ‘Río de Quito’; fue la primera ciudad en declarar su independencia, en 1809 y la primera en aprobar una Constitución liberal del ‘Estado de Quito’, en 1812; por estas razones, los patriotas chilenos la bautizaron como ‘Luz de América’; se la ha llamado, también, por su rica cultura la ‘Florencia de América’ y ‘Relicario de Arte en América’; la UNESCO, la nominó en 1978, como la primera ciudad en el mundo ‘Patrimonio cultural de la humanidad’; y, fue ‘Capital Iberoamericana de la Cultura’.

Pero, lastimosamente, la ciudad enfrenta momentos muy difíciles con altas tasas de pobreza, pobreza extrema, desempleo y subempleo; como el resto del país, vive la angustia de la inseguridad; como a finales del siglo anterior, decenas de miles de quiteños emigran a tierras extrañas buscando realizar sus sueños, porque han perdido la esperanza de hacerlo en los propios lares.

Son grandes los retos y requieren grandes liderazgos. Al gobierno local le corresponden competencias esenciales para el bienestar de los ciudadanos: la planificación del desarrollo, la gestión y control del uso de los suelos urbanos y rurales, la provisión de servicios básicos como agua, alcantarillado, protección ambiental y patrimonial, movilidad humana, infraestructura vial, espacios públicos y seguridad ciudadana, además de la promoción de la inversión y la competitividad.

Momentos difíciles requieren también de una participación esforzada de la población quiteña para, junto con las autoridades, volver por los fueros que reclama su histórica grandeza.