Los beneficios de la paz

Paco Moncayo Gallegos

El día 26 de octubre Ecuador y Perú celebraron el vigésimo quinto aniversario de la firma del ‘Acta de Brasilia’ con la que se puso fin a una centenaria disputa territorial. Después de la confrontación armada del año 1995 que terminó con la firma del ‘Acuerdo de Itamaraty’ del 17 de febrero y con de la ‘Declaración de Paz’, acordada por los presidentes de los dos países, el 28 del mismo mes, inició un muy complejo pero exitoso proceso de cese del fuego, separación de fuerzas y desmovilización de los dispositivos bélicos, con apoyo de la Misión de Observadores Militares Ecuador Perú (MOMEP).

Llegó, entonces, el momento de las negociaciones. El 6 de enero de 1996, en la ciudad de Lima, se reunieron las delegaciones de los dos países para acordar los procedimientos; en febrero, en Quito, se convino la entrega de las listas de impases a los países garantes; en junio, en Buenos Aires y en octubre, en Santiago, continuó el proceso; y,  solamente en abril de 1997 comenzó el tratamiento de los impases que requirió de seis rondas: cinco para negociar, que tuvieron lugar de abril a septiembre y una de evaluación global, realizada en noviembre. Al final no hubo acuerdos, las negociaciones parecían destinadas al fracaso y sonaban amenazantes los tambores de la guerra.

En estas condiciones asumieron la negociación los presidentes de los dos países y decidieron poner en manos de los mandatarios de Argentina, Brasil, Chile y Estados Unidos, países garantes, la responsabilidad de presentar una solución que sería vinculante para los dos Estados. De esa manera, más de tres años después de terminado el conflicto armado, se pudo alcanzar esta paz digna que nos permitió traspasar el umbral del siglo XXI libres de la amenaza de la guerra.

Muchos son los beneficios que han obtenido los dos países del proceso de paz: la construcción de cinco ejes viales; la implementación del sistema de riego Puyango Tumbes; programas binacionales en las áreas productiva, comercial, de inversión, turismo, ambientales, energéticos, mineros, sociales, culturales y también de seguridad y defensa; todos ellos han mejorado la integración de dos pueblos hermanos y, especialmente, la vida de las poblaciones de frontera.