El reto

Paco Moncayo

Es muy dura y exigente la tarea que tiene por delante el joven presidente Daniel Noboa. La crisis que se había anunciado desde hace mucho tiempo ha explotado en sus manos. No hay sector de la política, la economía y la sociedad que pueda considerarse indemne del enorme daño causado por la gestión improvisada, irresponsable y generalmente corrupta de los gobiernos que le antecedieron. Además, es un presidente de transición. Dispone de muy poco tiempo para poner algo de orden en el caos y esto no es fácil en un período electoral que, de hecho, ya ha iniciado. El candidato- presidente, navegando sobre olas embravecidas, enfrenta a políticos viejos y habilidosos, por una parte, pero también a quienes, desenmascarados ya por hechos irrefutables, encuentran en la reconquista del poder el último argumento para alcanzar la soñada impunidad.

El presidente Noboa tiene que gobernar bien y hacer del buen gobierno la carta de presentación para ganar las próximas elecciones. No le queda otra alternativa si quiere continuar con la colosal misión que él mismo se ha impuesto. Tiene muchos elementos a su favor, aunque, por supuesto, los retos son enormes. Le ha correspondido tomar decisiones sin duda cuestionables, tanto en la conducción de la política interna como en la internacional y, por lo menos, hasta el momento, ha salido bien librado. Acertó, sin duda, al declarar que el Ecuador enfrentaba una situación de conflicto armado interno y que no se podía combatir al crimen organizado transnacional en el marco de los cánones jurídicos tradicionales, aportando de este modo con elementos originales que servirán al momento de definir nuevos enfoques para la conducción político – estratégica de la seguridad y defensa nacional. Acertó también en el manejo de los tiempos y los temas para la convocatoria a la Consulta y Referendo, obteniendo un claro apoyo en cuanto se refiere a la seguridad; sin embargo, los éxitos alcanzados pueden revertirse si, como es evidente, la narcopolítica que está debilitada, pero no derrotada, opera con mayor violencia aun, buscando mantener el nivel de zozobra y angustia actual, para demostrar el fracaso de los planes presidenciales. No es prudente, entonces, entonar himnos prematuros de victoria.