Nuevos vientos para el Ecuador…

Fácil es criticar lo que vemos en nuestro entorno, señalar, acusar, en ocasiones hasta humillar a los demás porque no piensan como nosotros o no hacen los que creemos que se debe hacer.

Venimos de más de un año de pandemia, de cambios de conductas, de aislamiento, de una serie de preocupaciones, aun de una paranoia que nos hace temer a los seres queridos y peor a los vecinos y prójimos.

La economía se ha deteriorado notablemente. El desempleo ha crecido exponencialmente y aún siguen transitando venezolanos menesterosos por las calles y plazas de nuestras ciudades. Varios corruptos de la “década ganada”, a la cabeza de ellos el mismísimo Correa, siguen prófugos y todavía opinando y lanzando lodo contra el nuevo gobierno.

Es durísima la tarea para el presidente Lasso y no menos para la población que deberá adaptarse a una nueva vida, a los procesos de vacunación, lanzarse, como lo han hecho muchos, a varios emprendimientos y, en general, esperar la reactivación de la economía para volver a emplearse y continuar con los justos anhelos de todo ser humano.

Los ecuatorianos somos fuertes, recios y no nos vamos a doblegar. Esta es la posibilidad de demostrar nuestro carácter, de sacar a luz nuestra mejor faceta, de practicar la solidaridad y sobre todo la ética en bien de nuestros semejantes.

Debemos sepultar definitivamente aquella conciencia colectiva que nos hacía pensar en “el éxito de los pillos”, en que el funcionario público debía entrar a su cargo a medrar del Estado para “cuadrarse” en la vida y, más bien, estar alertas en todos los actos del diario vivir para exigir orden, justicia y equidad.

Es hora de tener buenas prácticas ciudadanas, de respetar a los demás como son, con las diferencias que tenemos como seres humanos, y de tratar de ponernos en la piel de los otros.

Es cierto que la labor de un gobierno es determinantemente crucial, pero es importante que la población se comprometa con una nueva actitud, no arribista y más honesta, porque la salida hacia un mundo mejor solamente es obra de todos.

Sintamos orgullo de la Patria, de nuestros buenos deportistas, de nuestros patrimonios culturales, de la sabia y maravillosa naturaleza que nos rodea, de nuestra diversidad cultural y construyamos con decisión un nuevo país donde quepan el negro y el blanco, el indígena y el mestizo, todos empujando hacia un mismo sentido.