Novelerías en la educación

En medio de las tribulaciones que vivimos:  Gobierno que no gobierna, o que no le dejan,  Asamblea Nacional nula, jueces que cumplen órdenes, nos hemos descuidado de la educación, justamente cuando se inicia el período escolar. Se da más importancia a los uniformes, a los desayunos, a la lista de útiles,  que a  la renovación misma de la educación, que es en buena parte el origen de nuestro desorden político, corrupción, desempleo e indiferencia ante los problemas nacionales, que no son nuevos, pues como dice Borges: “A todos nos ha tocado vivir los momentos más difíciles”.

Para empezar, el colegio San Gabriel, de los jesuitas, cumple 170 años, servicio ejemplar que ha permitido al país recibir una educación severa, de valores, cristiana desde luego, donde se enseña “para la vida” y para “Mayor Gloria de Dios”, siendo su lema: “Servir y no ser servido”. Como decía el P. Arrupe: “No hablar de Jesús, sino hacer lo que Jesús hizo”. Actualmente, además con su espíritu renovador, tratan de convertir al estudiante en el “protagonista”, que puede ser novelería o un notable acierto.

Pero el Ecuador es un Estado laico y su sistema educativo lo dirige el Gobierno, a través de sus técnicos, muchas veces confundiendo laicismo con intolerancia, pues los institutos privados aportan a la educación, salvo para ciertos personajes que aún creen que “la religión es el opio de la humanidad”, cuando lo que nos destruye es la corrupción, el narcotráfico, la ignorancia, la desigualdad y un utilitarismo sin límites.

La educación es un tema complejo, pues el futuro es hoy. Se argumenta que muchos docentes se resisten a los cambios que demandan los estudiantes actuales. Observación no atinada, pues lo que varios estudiantes aspiran es no a ser discípulos sino maestros o que el único maestro que aceptan es la tecnología o que “El hacer es más importante que el saber”. No creo que todos los jóvenes piensen así, puesto que están empezando a “aprender” y todos los humanos somos limitados.  Grandes filósofos han tenido “maestros”: Sócrates, Platón, Aristóteles, por ejemplo.