Ni a mi madre

Matías Dávila

Matías Dávila

Este Ecuador es fantástico. Se lee poco, por eso es que hay como divertirse mucho. ¿Usted le daría un poder a su madre para que tome todas las decisiones de su vida por seis meses? Sí, todas: qué comer, cómo vestirse, con quién salir, a qué hora ver la televisión o cuándo lavar los platos. ¿Lo haría? Yo no. Ojo, soy hijo único y estoy seguro de que mi madre me ama. Estoy seguro también de que ella, a sus 88 años, sin pensarlo daría la vida por mí. Pero también estoy seguro de que mis problemas son tan complejos que se necesita de mi experiencia para resolverlos. Lo mismo pasa con sus problemas, ¿quién más que usted para saber cuáles son las decisiones que debe tomar para resolverlos? Muchas veces nos equivocamos, eso es cierto, pero de ahí a permitir que un tercero decida por nosotros hay una brecha gigantesca.

Entonces, si no permitiría que mi madre tome las decisiones en mi vida, ¿por qué permito que otros —a través del voto— decidan cuatro años por mí? La respuesta inmediata es “¡por la democracia!” y porque tenemos un ‘sistema representativo’. Esto último es tan falso, pero tan falso, que lo primero que yo haría sería cambiarle el nombre. Siento que me ofenden cuando mencionan que esto es un sistema representativo. De igual manera como siento que ofenden a nuestra inteligencia cuando a una cárcel la llaman ‘Centro de Rehabilitación’. ¡Es un insulto!

Pero todos damos por hecho de que no hay otra forma de manejar el país. ¿En plena época de la tecnología? Hoy con un teléfono se consigue pareja, se pide comida, se paga impuestos ¿y no se puede cogobernar? Pues en esta época, muchos siguen creyendo que votar como votamos es la ‘única” forma de hacer un mejor país y de ejercer la democracia. Y otros, los más osados, como el Sr. Vargas Llosa, se llenan la boca diciendo que los culpables somos nosotros, que no votamos pensando. ¡Vaya estupidez! Me faltó espacio para la propuesta, que detallé en mi charla TEDEX Quito. Ojalá le interese. Saludos.