Las heridas de América Latina

Milica Pandzic

Las heridas causadas por las dictaduras pasadas en América Latina todavía no cierran, y probablemente nunca lo hagan, ya que las dictaduras no acaban cuando el dictador cae, sino cuando podemos asegurar que de alguna forma se ha revertido el daño que éstas infligieron, lo cual muchas veces no es posible. Pero se intenta, buscando verdad, justicia y reparación.

Esta semana, después de 50 años, uno de los crímenes más conocidos y crueles de la dictadura de Augusto Pinochet finalmente encontró justicia: el asesinato del cantautor Víctor Jara. Si bien este ha sido un proceso judicial de años, en el cual sentencias ya habían sido establecidas, esta semana finalmente la Corte Suprema chilena ha confirmado los veredictos y las condenas a los exmilitares que participaron de este crimen.

Cincuenta años es muchísimo tiempo, casi una vida. Mucho más tiempo del que debería esperar una familia y un país para encontrar justicia. Bien dice un adagio popular que la justicia tardía no es verdaderamente justicia. No obstante, frente a los innumerables casos de violencia estatal y crímenes de Estado que se encuentran en impunidad en Latinoamérica -y que seguramente seguirán así indefinidamente -, es un hito importante para la historia de nuestra región.

Al día de hoy, América Latina sigue viviendo dictaduras, y las heridas que de ellas se desprenden. Además, sufre de ser la región más violenta del planeta. Vivimos entre desapariciones, grupos paramilitares, crimen organizado, narcotráfico – y las relaciones de estos con el Estado; mientras gran parte de las víctimas siguen solas y desprotegidas.

Que la condena a los asesinos de Víctor Jara mantenga viva su historia, y que también nos recuerde, en cada país, los clamores por justicia que siguen sin respuesta.