Mientras el barco se hunde

Alfonso Espín Mosquera

Años atrás, nos acostumbramos a recibir el sainete sabatino que incluía bailes, cantos y todo tipo de chácharas protagonizadas por Rafael Correa y festejadas por sus seguidores. Ahora nos tenemos que acostumbrar a verles por las redes sociales, de tiktokeros estrellas, a todos los aliancistas, al propio Correa, bromeando y haciendo campaña para las elecciones seccionales.

Nadie puede negar que el gobierno de Lasso ha sido lleno de una lentitud y pasividad que desespera, que no ha tenido un equipo de Comunicación válido que le haga llegar de alguna forma a los públicos, al punto que hemos sentido que no existe y peor aún el vicepresidente, del cual nos hemos olvidado hasta el nombre.

Tampoco se puede negar que ha cometido desaciertos en su accionar; por ejemplo frente al movimiento indígena, grupo de presión con el que no pudo ni una sola. Se doblegó infamemente. Tampoco podemos olvidar que esa Asamblea Nacional no ha servido para nada, salvo para obstaculizar cualquier intento del Ejecutivo, y la pruebas están a la vista. Por ejemplo, la Ley de Extinción de Dominio, que permitiría expropiar los bienes de los funcionarios corruptos, fue negada; la Ley de Inversiones, para que se generen condiciones más atractivas a la inversión y esto a su vez active el empleo, también fue negada. Tampoco pasó la Ley de Repetición, ni la de uso progresivo de la fuerza para combatir la criminalidad con mayor eficacia, en fin, se han convertido en la piedra del zapato del gobierno y sin ton ni son, valga o no valga, sin análisis y pensamiento en el bien común, tienen como objetivo fundamental poner cortapisas al Ejecutivo, en función de sus intereses politiqueros, sin importarles jamás el bienestar del país.

Quizá el error más grande de Guillermo Lasso fue dejar a los correístas dentro del régimen, porque definitivamente su misión ha sido de conspiración y se han ideado las mil y un formas de desacreditar a las instituciones que, si bien no son lo mejor, tampoco estaban al extremo de la fatalidad. El mismo IESS, que irresponsablemente fue saturado de afiliados en la década “ganada”, sin presupuesto previo, salvo con la actitud populista de quedar bien momentáneamente con la gente, hoy es un fantasma inoperante, sobre todo en el campo de la salud.

Mientras tanto el sindicado Correa, se pasea libremente por el mundo, hace spots publicitarios, da recetas de cómo gobernar y esa bola de nefastos partidarios, ubicados ya de candidatos, se festejan de los males de la Patria, todo en el afán de que el régimen de Lasso fracase, se hunda, aunque eso implique el daño del país y su gente.

La ola de violencia, las guerras de mafias narcodelictivas, no les interesa, solamente les importa volver y lo que es más, retornarle a su líder, a como dé lugar, para continuar viviendo del Estado, porque hicieron de la función pública deshonesta, su modo de vida.

Finalmente, si este gobierno no se avispa un poco, como se dice en el argot popular, les estará haciendo el juego a los “revolucionarios”, quienes una vez que logren reinstalarse, no se irán jamás.