Deportivo Quito: el regreso de un ídolo

Martín Riofrío Cordero

El 27 de octubre de 2008, en el Rodrigo Paz Delgado, el Quito se enfrentaba a la Liga por la punta del campeonato. A los ocho minutos del primer tiempo, un cabezazo de Martín Mandra tras un tiro de esquina, dejó sin reacción a un entonces joven Alexander Domínguez. Cerca del fin del primer tiempo, el mismo Mandra recibió un pase largo del colombiano Léider Preciado. Corrió, quedó sólo frente a la portería, y de un derechazo, la mandó a guardar. Al momento de celebrar el gol, Mandra lo hizo de una forma particular. Agitó los brazos como una gallina. En el documental de los cuarenta años de campeón, el delantero argentino dijo que lo festejó de esta manera porque él ‘‘sentía que era hincha del Quito’’.

Ese doblete no solo sirvió para que el Deportivo Quito le ganara a su eterno rival en el clásico capitalino. Fue un triunfo importantísimo para que el Quito, luego de cuarenta años de sequía, lograra coronarse campeón.

Recuerdo cómo viví el momento del campeonato. El Quito jugaba contra Macará, en el Bellavista de Ambato, y necesitaba ganar para alzarse finalmente con el título. Fue un partido sufrido. Un apretado 2 a 1, que culminó con un gol agónico de Edwin Tenorio en el minuto 84. Yo estaba viendo el partido desde mi casa, en Guayaquil. Al lado mío, estaban mi tío Jorge -el motivo principal porque me hiciera hincha del Quito-, y un amigo suyo, también del Quito, que trabajaba en la ciudad, y que de tanto en tanto, solía ir a ver los partidos con nosotros. Éramos una especie de pequeña legión del Quito en Guayaquil.

 Al terminar el partido nos abrazamos. Ambos lloraron. Era la primera vez que veían al Quito campeón. Yo, de apenas ocho años, no lo comprendía. Toda una vida del Quito, pienso ahora, y ellos lo vieron campeón por primera vez después de tanto tiempo. ¡Qué locura!

De ese modo fue que me hice del Quito,  y pese a los múltiples problemas económicos e institucionales que ha sufrido, pese al descenso, no he cambiado.

Ahora, el mismo Mandra que nos hizo campeones en el 2008, vuelve al Deportivo Quito. Ya no como jugador, sino como entrenador. Es inevitable no emocionarse de nuevo. Y su regreso ha resultado tan emocionante como el video promocional para la campaña de socios que lanzaron. En él, Jerónimo Meneses hace una recreación de la leyenda del padre Almeida. Un sacerdote que, en lugar de ser aficionado a la bebida y a los vicios, es apasionado por el Deportivo Quito.

“¿Hasta cuándo, padre Almeida?”, le pregunta Cristo en el video.

“¡Hasta que vuelva la AKD, señor!”, responde el padre Almeida.

Hoy, el fútbol ecuatoriano se ha visto manchado por los males que nos aquejan como país. El embajador estadounidense, Michael Fitzpatrick, el pasado 7 de diciembre, declaró que el narcotráfico utiliza los equipos de fútbol para lavar dinero. Al escuchar estas palabras, es imposible no pensar en lo que pasó con el Deportivo Quito. Una serie de latrocinios, negocios ilícitos, deudas impagas, y dirigentes presos, fueron algunos de los hechos que dejó el declive del Quito en estos últimos diez años. Y es una pena que esto haya sucedido, porque la AKD, junto a su hinchada e importancia (es el quinto equipo más grande del país a nivel de títulos) hacen mucha falta en la primera categoría de nuestro fútbol. Pues desde que el Quito juega en divisiones de ascenso, tanto la capital como el país han perdido.

Nos falta un grande.

¿Hasta cuando, padre Almeida?

Nos falta el Quito.

No queda sino confiar en la gestión de Mandra, para que de la mano de un ídolo de la institución, podamos volver a lo más alto del fútbol ecuatoriano.

¡Hasta que vuelva la AKD, señor!