Sara Salazar
La evolución de la corrección política ha sido muy significativa en los últimos años. Por lo general es usada para promover agendas que hablan de igualdad, inclusión y la muy prostituida justicia social, pero cuidado con opinar distinto porque eres tachado de “fascista”, “ultraderecha” y “nazi”. La corrección política se ha convertido en una herramienta violenta para silenciar las voces de libre expresión de los que no siguen las agendas mundiales, por medio de las muy famosas ¨funas¨ en las redes sociales.
Como todo en la vida, la corrección política comenzó por ¨buenas intenciones¨. Es decir, la corrección política buscaba según eliminar los discursos de odio o que podían ser discriminatorios, insultantes, etc. Pero como dice ese dicho popular, ¨todo en exceso hace daño¨ y la línea que separa la imposición de la tolerancia de opiniones es delgada.
Lo que más me preocupa es esta imposición constante de pensamiento único, la insistencia permanente y constante en todos y por todos los medios de promocionar estas ideas como si fueran doctrinas sagradas. Para mí no existe mayor ultraje al pensamiento y criterio propio que la imposición de la homogeneización de las ideas. Es como si estas ideologías pensaran que las personas somos loros que vamos a repetir sus discursos sin pararnos a pensar o cuestionarnos lo que estamos diciendo.
Estos discursos solo excluyen a los que piensan diferente, convirtiéndolos en el chivo expiatorio de una sociedad intolerante, a opiniones distintas que se esconden bajo la máscara de la corrección política, y recordando las palabras de mis padres, ellos de niña me decían ¨ aléjate de aquellos que predican una cosa y hacen todo lo contrario¨. ¿Dónde queda entonces el intercambio de ideas que enriquece cualquiera platica en una sociedad democrática y libre?
Lo que me resulta irónico sobre la corrección política es que en su intento por proteger ciertos grupos de la sociedad agrede a la esencia misma de la igualdad. Esta sobreprotección puede causar la infantilización de los grupos que protege, ya que les impide debatir constructivamente las opiniones que son divergentes y se limitan simplemente a censurarlas, agrediendo así la libertad de expresión de los que piensan distinto.
Yo les invito a no temer expresar sus opiniones con libertad ni entrar en la hipocresía de la corrección política, que solo busca obsesivamente regular el discurso público y moldear la opinión colectiva. Dejemos de lado este miedo por ofender o incomodar al otro, y expresemos nuestros pensamientos de manera honesta y sincera. Tengamos el valor de hablar en libertad, no seamos sumisos. Y no dejen que los silencien.