Aportes al disparate

Manuel Castro M.

El Ecuador vive una crisis económica, falta de recursos, de empleos, corrupción e inseguridad. Realidades que toca enfrentar al gobierno, a las instituciones públicas, al sector privado y a la ciudadanía. Sin embargo, se adoptan acciones poco pragmáticas, y otras desatinadas que enriquecen la antología del disparate.

La Corte Constitucional en forma apresurada dio vía libre a una consulta sobre el Bloque 43-ITT, y el resultado fue que ya no se debía extraer el petróleo de esa región, causando inmensas pérdidas económicas al país. Los comedidos ambientalistas dieron soluciones para compensar tal cese de ingresos, como fomentar el turismo, que supone tener ingresos para el efecto.  Los habitantes del sector, conocedores del problema, se opusieron, porque significaba término de empleos y aportación de servicios. Además, cerrar los pozos costará una millonada, mientras se exige mayor producción del petróleo.

En la última consulta popular la ciudanía se opuso al trabajo por horas, siguiendo los cantos de sirenas de los sindicalistas. La medida era para obtener empleos, no para afectar a los existentes. El disparate será completo cuando se cree un sindicato de desempleados. Igualmente se opuso a someter a arbitraje internacional en caso haya diferendos en los contratos entre el Estado y empresas extranjeras. La consecuencia será que aquellas no arriesgarán invertir donde no hay seguridad jurídica. Otro golpe a la economía del país.

En Guayaquil, el Concejo Municipal dispuso que un tramo de 245 metros de una calle de esa ciudad se bautice como “República de Guayaquil”, que históricamente jamás existió. Chauvinismo e ignorancia que llevó días y horas en debatir el tema en ese organismo colegiado. El pasado es pesado para los que no conocen su historia.

En Quito, el Concejo Municipal ha dispuesto la demolición de la Tribuna de los Shyris, y convertirla en “boulevard”, bajo el pretexto que ha servido de orinal y de lugar de pernoctación nocturna a los malandrines, quienes buscarán otro lugar para tales necesidades. Parece que sobran recursos en la alcaldía del señor Pabel Muñoz, que deberían servir para atender a los barrios más olvidados de la capital. Igualmente, el alcalde Muñoz hace lo imposible para que se autorice la construcción de grandes torres aledañas al Hotel Quito en su jardines y parqueaderos. Caso insólito de quien siendo el primer personero municipal no defiende su patrimonio, su paisaje y a sus vecinos. Experto en disculpas, las tendrá preparadas para la empresa china y para su padre quien fue gerente de ese hotel y negoció su cuestionada venta.