Los cromos del Mundial

Pablo Escandón Montenegro

Yo mido mi edad en mundiales. Nací en el de Alemania 74, pero fui consciente de lo que sucedía cada cuatro años cuando identifiqué a Naranjito, como mascota del Mundial España 82. A mis ocho años ya coleccionaba con mi hermano el álbum que venía en las fundas de detergentes y en el barrio nos peleábamos por los cromos que tenían a la mascota y también por la dificultad de tener a los excampeones de Argentina.

Ese año, despertaba al fútbol mundial y durante ese junio me enteraba de que hubo uno en Argentina cuando apenas tenía cuatro años. A esa edad, no había televisión en mi casa y no sabía lo que pasaba allá en el Cono Sur. Apenas tenía un recuerdo de la mascota, el Gauchito, y luego tuve un flashback cuando una tía compró su televisión a color y fuimos a ver la final del Mundialito, jugado en 1980 en Uruguay.

Para el Mundialito del 80 no hubo álbum ni cromos que intercambiar, pero en 1982 ya sabíamos todos los de la escuela que Zubizarreta era el portero de España, que Cabrinni jugaba en Italia y que Rummenigge era la carta goleadora de la Alemania Federal. Pero todos éramos hinchas de Brasil: de Zico, del doctor Sócrates y de Falcao, y los cuadernos, loncheras y mochilas estaban repletas de las caras de jugadores brasileños, pues en ese tiempo los delanteros extranjeros de los equipos ecuatorianos eran de la tierra de Pelé.

Para llenar el álbum de 1986, la cadena de supermercados serranos monopolizó los cromos y todos nos abocamos a ser sus caseros para que nos entregaran una cierta cantidad de acuerdo a las compras hechas y así poder avanzar con la meta de tener el álbum lleno.

En ese Mundial, ya tuvimos televisión a color y pudimos ver todos los partidos de Argentina y Brasil. Mi papá disfrutaba del juego y cada vez que veía a Maradona decía que era un genio maligno, como todos los argentinos, nos decía, pues cada vez que recordaba encuentros entre Liga de Quito y equipos argentinos, nos recordaba que nos robaban, como cuando Ecuador empató contra Argentina en el Monumental de Núñez y el Torito Ron dejó su sangre en el césped de River, frente al alargue del árbitro Ortube.

Con los cromos a color nos informábamos de lo que hoy se hace con Internet. El álbum del Mundial es una tradición y una cultura que ahora se repite con mis hijas. Para la mayor, tener a Messi repetido es una suerte que no se intercambia, como cuando nos peleábamos en el barrio por el cromo de Naranjito.