La mujer y la cultura

Lorena Ballesteros

Estamos en aquella semana de marzo en la cual todos los temas giran en torno a las mujeres. Se organizan conversatorios para escuchar a personajes exitosos en distintos campos profesionales. Se da voz a las madres que batallan a dos frentes: el laboral y la maternidad, procurando ejercer ambos roles con excelencia. Se expresa solidaridad con aquellas que han sido víctimas de abuso o de maltrato físico y psicológico. Son esos días en los cuales se nos reconoce, se nos apremia a alcanzar nuestras metas y se conmemora a las mujeres que dieron los primeros pasos para construir una sociedad más democrática y equitativa en términos de género.

Una de esas admirables mujeres, a la que debemos recordar y homenajear es Rosario Castellanos. Esa escritora mexicana que publicó ‘Balún Canán’ en 1957. En la misma época en la que comenzaba a materializarse el Boom Latinoamericano y del cual lastimosamente fue excluida, precisamente por ser mujer.

Lo cierto es que Rosario Castellanos fue una adelantada para su época. Nació en 1925, en una cuna privilegiada. Hija de terratenientes, demostró ser todo lo contrario a una niña rica. Desde temprana edad sintió curiosidad por la cultura indígena. Cuestionó los principios y logros de la Revolución Mexicana. Luchó por los derechos de las minorías. Su novela ‘Balún Canán’ enfrentó la realidad de indígenas y blancos en una comunidad chiapaneca.

Rosario forjó una carrera diplomática interesante. De hecho, cuando falleció en 1974, desempeñaba el rol de embajadora de México en Israel. Se codeó con intelectuales, académicos y políticos. Su capacidad analítica estuvo siempre latente. Como proyecto de tesis de su maestría publicó ‘Sobre cultura femenina’ que posteriormente apareció en una revista literaria mexicana (1950). Este ensayo de género es tan valioso como ‘La educación científica de la mujer’ (1873) del puertorriqueño Eugenio de Hostos, ‘La educación errónea de la mujer y medios prácticos para corregirla’ (1891) de Laureana Wright de Kleinhans o ‘Una habitación propia’ (1929) de Virginia Woolf.

En esta publicación se cuestiona la existencia de una cultura femenina en el siglo XIX y principios del siglo XX. En esa época la mujer estaba relegada al hogar y la autora destaca el protagonismo femenino en el desarrollo ‘de casa’, que es uno de los pilares de la sociedad; pero un rol que a su vez relegó a la mujer a tareas básicas, sin posibilidad de experimentar con la cultura. Aunque afirma que la literatura fue “el más socorrido salvavidas de la mujer”.

Es por lo tanto imprescindible leer estos ensayos. Reflexionar sobre cultura femenina actual. Sobre los pasos dados, los espacios abiertos para que las mujeres destaquen en las letras, la pintura, el diseño, la arquitectura e incluso la gastronomía profesional. Seguramente Rosario estaría orgullosa de ver que la mujer ya no es únicamente constructora de casa, sino  que también de un colectivo artístico y social.