Cuenca tiene un color especial

Lorena Ballesteros

Ya me dirán que la que tiene el color especial es Sevilla. Pero, sin duda, si han visitado Cuenca en los últimos años estarán de acuerdo conmigo en que es una ciudad con personalidad propia, pintoresca, en la cual conviven armoniosamente morlacos y extranjeros. Tiene alma de pueblo, pero espíritu de gran metrópoli. Es decir que aún se pueden encontrar oficios ancestrales como los herreros o las tejedoras de paja toquilla; en la plaza de las flores la gente todavía hace fila para beberse un vaso de agua de pítimas. Pero, asimismo la noche vive hasta altas horas de la madrugada; la gastronomía tiene grandes representantes como Los Tiestos, Mercado, Dos Sucres, Mansión Matilde, por nombrar algunos; se van sumando nuevos espacios pet friendly; las orillas de sus ríos son espacios públicos apropiados por sus habitantes, sus aceras son altamente transitadas por peatones, y el tranvía conecta de manera ordenada y sostenible a la ciudad.

Da gusto visitar Cuenca porque proyecta un modelo que quisiéramos que lo repliquen otras urbes del país. Demuestra que es posible conjugar deporte: ciclismo, motociclismo, atletismo, fútbol… con cultura: muestras pictóricas, bienal de arquitectura, pintura religiosa, patrimonio y ferias de libro. Y hablando de ferias e iniciativas literarias está también por arrancar una iniciativa para poner quioscos de libros en la orilla del Tomebamba, para que los peatones tomen un ejemplar y lo lean frente al río o se lo lleven a casa. Es de esos intercambios civilizados que ocurren en ciudades de Europa y Estados Unidos. Como en Cuenca hay tanto estadounidense y europeo, la lectura también ha contagiado a sus habitantes locales. En los últimos años se han abierto librerías de segunda mano como Carolinas Bookstore o Used Books Librería. También está la experiencia de visitar la sucursal de Librimundi en el centro de la ciudad.

Si tienen oportunidad de viajar a Cuenca, no lo duden. Comiencen por sentarse en una banca del Parque Calderón y disfrutar de la música instrumental que ponen en los parlantes, luego ingresen a las torres de la catedral y admiren la vista de la ciudad. Caminen por el barrio de El Vado, mientras escuchan el sonido del río y se pierden por una de las zonas más tradicionales. Coman mote pillo. Disfruten de un chocolate caliente en la tienda de Dos Chorreras y para una ruta completa, súbanse al famoso bus rojo para turistas que transita por los lugares más icónicos, incluido el mirador de Turi.

Cada vez que hacemos turismo nacional, ponemos un granito más para fomentar nuestra propia cultura. Y ya les digo que Cuenca tiene, no solo un color especial, también un sabor y un paisaje que se queda en el corazón.