La verdad importa poco

Manuel Castro M.

A los asambleístas opositores al presidente Lasso muy poco le interesa la verdad. Su fin es destituirlo; apenas les interesan los datos objetivos para un juicio político al presidente que estorban sus argumentos. A rajatabla afirman que el Gobierno está relacionado con el narcotráfico, que existe una organización criminal, presidida por el presidente,  que dirige el país. Para los correístas es casi  como ‘escupir al cielo’, como lo acreditan los correspondientes juicios penales: ‘Arroz Verde’ o ‘Sobornos’, organizados desde el propio Carondelet.

Parten tales opositores de una investigación periodística, carente de evidencias y obtenida de fuentes ‘secretas’, lo que ya le vuelve dudosa. Una comisión ad-hoc de la Asamblea, se capta ya, presentará un informe sesgado, donde las conclusiones son las que les importarán a los opositores; informe que de seguro no será nada serio o reflexivo. Poco importará su nivel poco razonable y de nulo rigor jurídico.

Una de las causas es el radicalismo político, pero como sus portaestandartes carecen de firmes ideas, utilizan adjetivos que se usan normalmente para caracterizar temas, discusiones o debates, desde luego con inmensa frivolidad.

La frivolidad es propia de personas que no conceden a las cosas la importancia que merecen, y solo piensan en los aspectos superficiales o de su interés. Lo opuesto es lo reflexivo, grave. La Asamblea actúa, en su mayor parte, con consideraciones frívolas, tiene ideas escasamente relevantes o poco dignas de tomar en cuenta.

Hay que exigir a nuestros representantes (que no son de Correa, Nebot, o Iza) que no rechacen las verdades molestas, que no las adulteren, o inviertan o las supriman adrede. Dejen ya de manejar ideas tendenciosas aparentemente revolucionarias. Son elementos de engaño y orientación ideológica. Debería, ya sé que es mucho exigir, haber exposiciones imparciales, sin bajos recursos. Lo exige el país, y una Patria amenazada por el caos y el narcotráfico. Lejos de internacionalismo baratos, al estilo Maduro, Ortega, Diaz-Canel o Petro, que no se atreven a decirse ‘comunistas’ y se llaman ‘izquierdistas’.