La miopía está en todos

Nuestro estado físico y psicológico, más las convicciones humanas que poseemos, no nos permiten acabar con la violencia utilizando armas, tal cual nos sugieren. Queremos paz y estamos en indefensión; por eso, debemos acudir a otras instancias de solución que no sean momentáneas y sirvan para todos; una mejor educación, la mejor.

He revisado valiosos criterios de ciudadanos que nos leen y quiero resaltarlos para este artículo. Dicen: siempre serán importantes los temas educativos, hay necesidad de cambios estructurales, ojalá a quienes corresponde tengan un poco de sensibilidad, el proceso carece de una actividad conjunta entre todos los actores, hay que continuar incentivando en la casa y en la escuela, la esperanza se la debe mantener, aunque la lucha aparezca solitaria, hay una ceguera y un silencio increíbles.

Lo de la ceguera nos atrae y su enfermedad, la miopía, relacionada metafórica e irónicamente con la educación en crisis.  Causa problemas señalan, porque de cerca todos ven claro, según sus conveniencias, cuando se alejan todo es borroso y opaco.

Salvador Rodríguez Ojaos, profesor español, escribe un artículo: ‘Reflexiones en tiempo de crisis’, lo titula la ‘Miopía educativa’ y dice, es una enfermedad muy extendida; no ha sido estudiada y afecta a todos los actores del sistema educativo. Diríamos que es aplicable a Ecuador, es como una pandemia educativa, donde todos están contagiados con un virus letal.

Las autoridades alcanzan a ver sólo sombras y siluetas; por eso, toman decisiones sin investigar y peor consultar, sólo quieren mantener un nivel político aceptable, con soluciones equivocadas y para un corto plazo.

En los docentes la enfermedad ha crecido por: falta de recursos, descrédito, desmotivación, pérdida de autoridad por leyes absurdas e irrespeto. Sufren más que una miopía, es una hipermetropía. que los aleja más de lo próximo, inmediato y necesario.

En los alumnos quizá todavía no es una enfermedad, pero hay síntomas peligrosos, alteraciones de comportamiento, porque no ven claro el futuro, su horizonte sin guía está distorsionado y no encuentran la oportunidad de estudiar y trabajar.

En las familias, la afectación es grave, en muchos casos por un desnivel cultural, educativo y económico de padres y madres, terminando por delegar la educación sólo a escuelas y colegios. Su afirmación errada lo dice todo; las instituciones no ‘enseñan’ valores, apartándose de su propia responsabilidad.

Esa miopía es curable, dice el español, usar unos ‘lentes’, que no sólo les permita ver, sino perder el miedo al cambio, acompañar a todos con alguien que los prepare en: responsabilidad, respeto y colaboración.

 Si la miopía está en todos, hay que decir ‘no’ al ‘todos contra todos’ y ‘sí’ al ‘caminar todos juntos’; lejos, muy lejos de combatir el miedo y la violencia con armas.