“La ley es la ley”

José Alvear

Esa es la frase que hizo famoso al presidente Guillermo Lasso cuando oficiaba de gobernador del Guayas, nombrado por el expresidente Jamil Mahuad.

Cuando creíamos que Lasso daba un giro de timón positivo, sale a la luz un escándalo más dentro del denominado ‘Caso Encuentro’. En este contexto vemos que, al parecer, la crisis que atraviesa el Gobierno central es un síntoma de que ‘la ley es la ley’, pero no para todos.

¿Cómo funciona la ley para todos, señor Presidente? Nos asalta la duda, pues mientras se entrega a los funcionarios operativos a la Justicia para distracción del país, a los peces gordos de la corrupción de este Gobierno ‘honesto e impoluto’ se les permite huir. Hoy vemos al Gobierno vegano de Lasso apoyar la autonomía a la Fiscalía, a través de un referéndum fallido, mientras, por otro lado, desautoriza e irrespeta sus funciones cuando van a allanar las oficinas de sus funcionarios cercanos o ‘asesores’. Ahí, sorpresivamente, ordena la ‘rotación’ de los 37 funcionarios de la Policía que estaban colaborando con investigaciones de la Fiscalía General del Estado mediante telegrama PN-DN-TH-DTD-2023-0508-T. ¡Qué conveniente (entiéndase el sarcasmo)! ¿Dónde quedó esa frase de “la ley es la ley»? ¿Esa frase aplica realmente para todos? ¿O, en realidad es para ‘todos’ los que no somos cercanos a usted, Presidente? En un modelo libertario la Justicia tiene autonomía en todo aspecto, desde la selección de sus funcionarios, que deben ser capaces, probos y honestos, hasta el hecho del respeto de todos los poderes del Estado, entre esos, el Ejecutivo.

Solo así ganará más fuerza ese nuevo intento de unidad que tanto necesita Lasso para evitar ser presa de los que buscan destituirlo a como dé lugar. No debe meter las manos al fuego por nadie. De lo contrario, será cómplice.

Que caiga quien tenga que caer.

¿Pero quién cae realmente? Guillermo Lasso subestima al pueblo, siempre lo ha hecho. Ojalá sea consciente del rechazo que ha generado en el país, malestar reflejado en su 8% de aceptación. No puede echar más gasolina al fuego porque después va a ser imposible apagar este incendio.

“La ley debe ser como la muerte, que no exceptúa a nadie” (Montesquieu).