La convicción razonada

Rodrigo Contero Peñafiel

Una persona puede tener ideas y opiniones con la seguridad de que son verdaderas. El convencimiento que se asume sobre determinados pensamientos, discursos o acciones permite actuar de distinta manera ante un mismo hecho; a su vez, diferencia a las personas haciéndolas únicas cuando llevan a cabo determinados actos, como ser efectivas, confiadas o confusas en lo que dicen y hacen.

Así mismo hay personas que tienen la convicción sobre aspectos negativos o son pesimistas de todo y en todo momento. Creen que no valen nada, que no son capaces de hacer algo o de afrontar algún tipo de problema y por eso viven aisladas del mundo real, pero muy aferradas a la política o algún tipo de culto religioso del que no pueden salir, porque mantienen y persisten en programas electorales o de ayuda a predicadores políticos o religiosos, que viven de la asistencia económica de la gente por cuotas políticas o vacunas delictivas.

La convicción no puede confundirse con la creencia de algunas personas que dicen tener la evidencia suficiente para sostener como idea fija, pero que no pueden demostrar su veracidad. Pensar que la razón o la fe son distintas formas de convicción, puede provocar conflictos culturales y sociales de gran magnitud, como la obsesión y el temor que se presentan repentinamente y que son percibidos por mucha gente, al haber sido impuestas en contra de su voluntad. La fe es una convicción que no está basada en la reflexión, mientras que la razón tiene fundamentos lógicos.

Si observamos el pasado, veremos como la humanidad está en constante transformación y desarrollo, incluso se ha lanzado a la conquista del espacio; y, a pesar de los mayores conocimientos de la ciencia y la tecnología, las pasiones y deseos desatan problemas y conflictos que hacen que se destruyan unos a otros, con guerras y crímenes que frenan un destino más productivo. Nuestro país no posee un instrumento racional que le permita comprenderse a sí mismo para orientarse dentro de una vida correcta, organizada y democrática. La incoherencia de la Asamblea Nacional fastidia a la población, el contrasentido en el cumplimiento de sus ‘funciones’ pervierte la democracia.