La trampa surrealista

Kléber Mantilla Cisneros

El mundo politiquero nos quiere imponer con argucias la impunidad de delitos sentenciados a través de un paquete surrealista de reformas al Código Orgánico Integral Penal. El movimiento correísta de legisladores busca llegar a lo irracional y onírico para que su líder prófugo, cual Marqués de Sade, pueda constar en las presidenciales de 2025. Y, a ellos, no les importa tragarse con desfachatez e imaginación el imperio del narcotráfico ni los niveles de criminalidad brutal.

En el poder legislativo, algo desconcertante e ilógico, es dedicar tiempo y dinero a salvar a un grupo de bandidos y saqueadores de fondos públicos desde la creación del narco Estado en 2008, toda su evolución populista electoralista de, al menos, los últimos tres gobiernos; y, el colapso ‘ipso facto’ de la mal llamada Revolución Ciudadana por la exposición del caso Metástasis y la evidente apoteosis de un narco manicomio político. Es que la ‘super realidad’ creada por el correísmo, pagada con nuestros impuestos, lanzó al mundo un antihéroe maquiavélico y perseguido, que abusó del poder que el pueblo le otorgó, mientras promovía violencias y un falso discurso de lucha de clases para dividir al pueblo. Campanero de mafiosos: sádico vinculado, sentenciado a cárcel, y prófugo por gestar una red pública y privada de sobornos similar a la usada en la orgía institucional del famoso caso Odebrecht.

Entonces, si Lula da Silva regresó allá a gobernar Brasil, ¿por qué no lo haría Rafael Correa? Pues, son escándalos y escenarios distintos. La ciudadanía distingue un valiente de un mentiroso. Nota cuando hay una red criminal de extorsionadores en la calle o en las esferas de la política y la justicia. Sabe de mentalizadores y asesinos ocultos que extienden la realidad y evitan que se resuelva el magnicidio de Fernando Villavicencio. Intuye evidencias del narco estado en cárceles e instituciones forjadas por el narcotráfico como el Servicio Nacional de Atención Integral a Personas Adultas Privadas de la Libertad (SNAI), el Consejo Nacional Electoral y el Consejo de Participación Ciudadana y Control Social. ¿Cómo puede Diana Atamaint negar que Rafael Correa aparecía en las campañas electorales; el surrealista de las mil y una elecciones? ¿Y los viajes por el mundo de los descalificados?

No en vano los expedientes del correísmo se pretenden desaparecer desde octubre 2019; recordemos la turba que quemó las instalaciones de Contraloría o la orden narco relatada en Metástasis para bombardear la Fiscalía. Es que solo el dolor de la gente y la inseguridad les permite subsistir los populistas del siglo XXI que tienen que anteponer el derecho del delincuente antes que el del ciudadano. El correísmo sin Correa pasará a la historia como la más burda pasión por la peor de sus criaturas que desvela el subconsciente maligno, de ahora, recién, unos cuantos fanáticos.

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