Juan Valdano

No sé si la pandemia nos ha puesto más atentos, más sensibles frente a las desapariciones, o que se han dado coincidencias fatales en las que nos enteramos con mayor frecuencia de la partida de amigos, de conocidos, de familiares.

Hace pocos días conocimos del fallecimiento, que lamentamos, de un brillante hombre de letras, de un estudioso de la historia, los personajes, las relaciones humanas, pero también de un gestor cultural. Se trata de mi coterráneo Juan Valdano Morejón, figura infaltable de la cultura ecuatoriana.

Quiero referirme en estas líneas a su tarea de gestor cultural, por su trabajo al frente de la Subsecretaría de Cultura, parte del entonces Ministerio de Educación, Cultura y Deportes del Ecuador, en donde desarrolló una labor prolífica, pionera; tuve la suerte de ser su colaboradora con un encargo que recibí de sus manos, el de dirigir la Delegación de Cultura de las Provincias de Azuay y Cañar, un cargo que me llenó de satisfacción al permitirme trabajar por el rescate de valores culturales, por el fomento de las expresiones populares, por el impulso a las artes.

Luego me tocó sucederle en las funciones como Subsecretaria de Cultura, algunos años después, y reactivar temas que empezaron en su gestión, tales como el Sistema Nacional de Bibliotecas o la publicación infantil La Ollita Encantada.

Tuve la suerte de seguir algunos de sus pasos y de beneficiarme también con un prólogo escrito generosamente para el primer libro que publiqué: Horas, y que lo presentó en el Aula Benjamín Carrión de la Casa de la Cultura Ecuatoriana.

Juan Valdano fue un gran exponente de la cultura nacional, prolífico y polifacético. Lo recordamos con afecto y extendemos nuestra solidaridad a su familia.