Ecuador, sin luz al final del túnel

José Alvear

Y llegamos nuevamente a la pesadilla de los apagones. Una pesadilla sumamente grave porque, entre otras cosas, aumenta la inseguridad -que ya está en un punto crítico- y liquida al sector productivo, que necesita trabajar.

Resulta indignante ver y leer a la ministra de Energía, Andrea Arrobo, aplaudiendo en redes, cual cachiporrera, la gestión de otros ministros cuando ella no ha hecho nada en su área. Parece estar viviendo un cuento de hadas (con viajes, charlas, fotos y el infaltable TikTok), mientras el resto de ecuatorianos se queda en la zona más oscura.

¿Por qué? Porque Arrobo ni empieza a implementar el plan de expansión energética y todavía dependemos de la energía que nos puedan vender nuestros vecinos. Tampoco se ha hecho una sola gestión de autogeneración para que esta dependencia internacional termine.

Quizás la ministra no ha leído que nuestro principal proveedor, Colombia, está a puertas de una crisis eléctrica y la recomendación del organismo energético del vecino país es “reducir las exportaciones de energía a Ecuador”.

No olvidemos, además, que el 88,32% de energía del país proviene de grandes centrales hidroeléctricas que aprovechan las cuencas hídricas del Amazonas, pero es evidente que no existe planificación ni buen mantenimiento (hace pocas semanas se realizaron cortes de energía de 200 MW por problemas en el afluente de la central Coca Codo) para fortalecer nuestra propia generación.

No existe un plan B. No se están dejando las bases para generar una nueva matriz energética firme, constante y de precio conveniente para lograr producir con buena renta y, a su vez, generar nuevas plazas de empleo.

La ministra ha reconocido públicamente que el gas natural es el camino a seguir; sin embargo, todo queda en intenciones: cero gestión para llevar esto a la concreción.

Nadie entiende qué espera el Gobierno de Noboa para abrir las importaciones de gas y, a la par, empujar el proyecto del Campo Amistad.

El país está en una situación de emergencia nacional muy delicada y la señora ministra “no encuentra la luz”.

El Ecuador exige que nuestros funcionarios sean conocedores de la realidad, honestos y, sobre todo, capaces.

¡Por menos Estado incompetente, más libertad!