¿Los últimos serán los primeros?

Italo Sotomayor Medina.

El panorama político ecuatoriano de los últimos quince días, bien podría ser una asignatura obligatoria en el pénsum académico de cualquier universidad o la próxima producción de Netflix. Nadie, ni los tarotistas más acertados, pudo medir con precisión quien acompañaría al correísmo a la segunda vuelta. Tampoco pudieron hacerlo las encuestadoras, que se encontraron con un electorado dubitativo, indeciso y con una alta dosis de incertidumbre. La presencia de Daniel Noboa todavía sigue siendo difícil de creer, pero hay que empezar a encontrarle una explicación.

Todas las encuestadoras colocaban a Noboa dentro de las últimas opciones del electorado. Su intención de voto, según los datos más optimistas, bordeaba el 5%. ¿Cómo se explica, entonces, que en cuestión de una semana la ciudadanía haya votado masivamente por él? Noboa ha sabido adaptar su discurso y sus acciones para su beneficio electoral. No promovió disputas estériles, dejó de ver al pasado como una amenaza y se centró en lo que se viene a futuro. No es por propia iniciativa un candidato anti correísta, sin embargo, decidió dejar esa falsa dicotomía y jugar su propio partido. El electorado, aunque es muchas veces menospreciado, logró comprender que el país debe empezar a discutirse más allá de la figura de Correa; seguir haciéndolo es sencillamente agotador. Entonces, ¿este es el resultado del “voto joven”? ¿Los jóvenes esperan un clima político de menos confrontación y trapos sucios? ¿Noboa representa ese estilo?

Noboa también comprendió que esta era una oportunidad para desmarcarse de la imagen política de su padre. Muestra de aquello fue su participación en el debate. Lejos del “¡¿cuánto paga de impuestos?!”  o de los gritos de la “sonrisa falsa” en alusión a Correa, aportó con datos, citó estudios y fue claro en su postura en temas de absoluta relevancia como el Yasuní. Ese momento, como señaló otro candidato, no sólo sirvió para “elevar el nivel del debate”, sino también, para convertirlo en protagonista de un libreto que el resto de candidatos no supo comprender. Mientras los demás apuntaban sus dardos removiendo el pasado político y ponían en duda la honestidas de sus actividades empresariales, Noboa intercambió ideas y promocionó su tesis de campaña. ¿Cuál fue la lectura del electorado? Frente al hastío de la política tradicional y de los mismos de siempre, eligieron a una imagen fresca y renovada que no tiene nada que perder. Entonces, ¿el debate fue determinante? ¿Desde ahora tanto los votantes como los candidatos se lo tomarán más en serio?

¿Y ahora? Más dudas que certezas. Lo que se viene será aún más difícil de predecir. Es muy pronto para decir que se repetirá la historia de las elecciones pasadas entre Lasso y Arauz, y que en esta ocasión, el anti correísmo representado en otras candidaturas, se decantará por Noboa. Seguro aparecerán tiendas políticas manifestando su apoyo y sugiriendo a sus partidarios que voten por uno u otro, lo cual tampoco es garantía de éxito instantáneo para cualquiera de los candidatos. Lo único cierto es que este proceso electoral ha sido extraño, único y por ratos, desesperanzador. De allí la razón para sacudirnos y creer en que la única salida para el país, es abandonar la crisis democrática y volver a empezar. Veremos.

@ItaloSotomayor

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