Gracias por nada, Diego Ordóñez

Milica Pandzic

A pesar de que el país sigue sumamente polarizado, hay algo en lo que todos podemos estar de acuerdo: Diego Ordóñez nunca tuvo que haber ocupado el liderazgo de la Secretaría Nacional de Seguridad. Como si no hubiera sido suficiente su fallido recorrido como asambleísta nacional y como consejero presidencial, el Gobierno consideró que tal vez se podría desempeñar mejor en uno de los cargos más sensibles e importantes para el país.

Y fue así como, durante la peor ola de violencia y criminalidad que ha vivido el país, Diego Ordóñez no tuvo la vergüenza de aceptar y ocupar un cargo para el cual no tiene ninguna experiencia ni conocimiento. Ya en el puesto, nos demostró además que tampoco tenía habilidad para ser secretario de Seguridad, pues las políticas públicas, la planificación y la coordinación de los organismos que conforman el sistema de seguridad pública han sido sumamente pobres, y los resultados hablan por sí mismos: Ecuador fue el país latinoamericano donde más crecieron las muertes violentas en 2022; y para 2023, ya existe un incremento del 66,4% en muertes violentas con respecto a 2022, con una tendencia que significaría una tasa de 34 casos por 100.000 habitantes al cerrar el año.

Estas no son solo cifras; estamos hablando de vidas humanas, muchas de estas inocentes y sin formar parte de la ‘guerra contra las bandas criminales’ que el Gobierno trata de vender como la única justificación a lo que sucede. Si bien los principales culpables son los criminales – quienes son responsables de prevenir y disminuir esta situación están en el Gobierno, pues nuestra seguridad es una de sus principales tareas. Desafortunadamente, este ha sido uno de los ejemplos más claros del adagio popular “el primer acto de corrupción es aceptar un cargo público para el cual no se está preparado”, y para mala suerte de los ecuatorianos, nos ha salido demasiado caro.