Existen personas con muchos conflictos por resolver, que se quejan de todo y de todos; mantener o agrandar su imagen es el objetivo, gustan del chantaje emocional para dañar el buen nombre de otras personas, se lamentan de sus fracasos y buscan justificar sus errores. Por su naturaleza o por hábitos negativos aprendidos, complican la existencia de quienes les rodean, incluyendo su propia vida y la de su familia. Carecen de inteligencia y raciocinio, su nivel de tolerancia es muy bajo; los conflictos que llevan dentro, los tienen celosamente guardados en el subconsciente y surgen en el momento menos pensado.
Personas con estas características hay muchas. Posiblemente su intención no es causar daño, pero sus carencias afectivas y sus conflictos internos hace que su actitud sea nociva. Cuando el juicio y la razón fallan se hace difícil fijar las relaciones familiares y sociales como base de la convivencia humana. En determinado momento, cualquiera de nosotros puede parecer insoportable para alguien, pero el saber comportarse evitará enfrascarse en disputas personales donde todos pierden, quedando solo el rencor, el resentimiento y la venganza. La violencia familiar y social va en aumento y es directamente proporcional al grado de estrés que existe en la actualidad.
Hay gente que prioriza el engaño y la mentira como forma de conducta y vive un infierno. La dignidad de estas personas se encuentra seriamente afectada, lo que marca la diferencia no está en lo que tienen, sino en cómo lo tienen; es ahí donde la justicia debe proceder con rigor. Gente difícil que trabaja con grillete, vigilancia judicial, arresto domiciliario o juicios pendientes destruyen las instituciones; mientras, delincuentes del más alto nivel, sin vergüenza alguna, denuncian a sus cómplices a cambio de reducir sus penas.
El mundo de la política se ha convertido en un campo de batalla, donde triunfa el que más miente, agrede, o enreda a la justicia, para evitar rendir cuentas de sus picardías; el agravante es mayor cuando existen jueces que se ensucian y lavan las manos, para favorecer a sus protegidos, quién sabe por qué razón. Detrás de una persona difícil hay una historia difícil.