Futuro

Somos sujetos de ilusiones y el lenguaje nuestra fuerza de comunicación, que utilizamos muy poco. Intercambiamos datos positivos y negativos, pero nada de “interacción empática” que permita intuirnos mutuamente de manera íntegra y crear un nexo comunicacional que permita soluciones justas para las partes.

La palabra “futuro” implica para la humanidad una posibilidad de existencia y permanencia en el espacio-tiempo, pero no asegura la existencia de ese tiempo,  probabilidad que se percibe aun más reducida, ante el panorama que enfrentamos y sus enormes riesgos. Potenciales amenazas de alta probabilidad son las guerras, que se desatan por la permanente ambición de dominio. Aunque en las pasadas seis décadas hemos “visto”, pero no sufrido, sus atrocidades y crímenes, actualmente el poder de destrucción del armamento que poseen los poderes imperiales se torna intercontinental y en un momento de locura podrá arrasar con todos.

Hay, asimismo, probabilidades aún bajas de que un asteroide en su paso cercano a nuestra Tierra sea atraído por la gravedad, lo que desataría una nueva extinción. Las erupciones solares pueden tornarse más violentas y existen amenazas invisibles como los virus, que ya comenzamos a afrontar; la ciencia carece aún de la información completa para dominar las amenazas que se derivan de estos escenarios.

Todo esto, que es bastante conocido, puede hacer que la gente joven  adopte comportamientos muy diferentes a los del pasado siglo, como vivir en cápsulas virtuales; de ahí que el “futuro” es una hipótesis hasta cuando pueda ser.

Apreciar la vida como un instante de conciencia y solidaridad sería más relevante para la especie que dedicar las energías vitales a odiar o querer siempre vivir de los otros sin importar qué ocurra con ellos. Así, los segundos de existencia de la Humanidad podrán haber sido mucho mejores y felices. Sin embargo, el lenguaje creó  también conceptos como ‘amor’ y ‘solidaridad’; de allí el de ‘esperanza’ y de este el de ‘futuro’.