Fútbol y política

¿Será que el mundial de fútbol logra anestesiar los ánimos y retrasar las urgencias de los ecuatorianos? El cuadro se pinta de la siguiente manera: se come, respira, habla, siente, apuesta, pronostica, discute, sueña en fútbol. Entonces, todo pasará a segundo lugar: marche bien o mal la economía, haya robo o no en las arcas del Estado, funcione o no la Asamblea. ¿El fútbol resuelve en algo la tristeza de situación que atravesamos? No, pero es uno de los pocos elementos que logra cohesión y aceita la identidad, debido al vacío de otras satisfacciones, la carencia de liderazgos y buenas noticias. En un país que se cae a pedazos, un buen desempeño de la Tri nos hará soñar.

En ese orden de imágenes, la secuencia capta a un ciudadano que mira con exacerbación un plasma gigante desde la puerta de algún almacén de electrodomésticos, sino no es que son decenas de personas, los bares se ven repletos y la espuma de la cerveza está en todo su esplendor, las oficinas de la burocracia y el sector privado se pintan de amarillo, la gente se mantiene gritando “sí se puede, sí se puede”, las calles están semivacías en las horas de los partidos y los políticos pasan de agache, pues dejarán de ser el centro de atención, en muchos casos, el vergonzoso centro de atención.

Ojalá que en las mejores horas de los partidos de la selección no haya decisiones de la Asamblea o sacudones desde el Ejecutivo en tiempos de cólera política; sin embargo, todo puede pasar en el Ecuador y, más aún, en la relación, a veces tóxica, entre el fútbol y la política: jugadores que luego se convierten en políticos, dirigentes deportivos que se candidatizan a cualquier estrella de navidad o, incluso, jugadores que son contratados para hacer algún promocional a favor de algún candidato. No olvidemos que estamos en campaña y, aparentemente, todo vale.

Hasta lo políticos y personajes con la menor aprobación se pondrán la camiseta de la tricolor; ojalá no sea de mal agüero. Lo cierto es que Ecuador participa por cuarta vez y el mundial ocurre cada cuatro años. ¡Éxitos, guerreros! Están ahí para levantar la autoestima nacional.