Ola migratoria

Franklin Barriga López

Datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) dan a conocer que en Ecuador existe una nueva ola migratoria, similar a la que hubo en 1999 y en el 2000, por efecto del feriado bancario, de ingrato e hiriente recuerdo.

Impulsados por las condiciones, deplorables e increíbles, en que dejaron al país los últimos mandatarios, que nada tuvieron de estadistas y que incluso tienen que responder a la justicia por acciones indebidas, decenas de miles de compatriotas abandonan sus lares en busca de las condiciones de vida que no las encuentran en su propio terruño.

Mientras esto sucede en la actualidad, en un régimen de pésimo recuerdo se llegó a instaurar en la Constitución lo que llamaron ciudadanía universal, lo que atrajo a nuestros territorios centenares de miles de personas de otras latitudes, entre ellas no pocas de pésimos antecedentes, lo que vino a introducir prácticas delictivas antes desconocidas en nuestro medio, considerado, anteriormente, como isla de paz: convirtieron a nuestro país en lugar de auge de la corrupción, inseguro y poco atractivo para la inversión extranjera, principal exportador de drogas ilícitas, residencia de numerosos grupos delictivos en contubernio con cárteles extranjeros del crimen organizado. Tristemente, en el 2023, a Ecuador se le ubicó como el país más violento de América Latina.

Pocas veces nuestra Patria se ha encontrado en situación tan calamitosa, a la que está enfrentando con entereza el presidente Noboa, de allí su popularidad en aumento: ha causado magnífica impresión, entre otras alentadoras noticias, el anuncio de que el riesgo país ha disminuido. Se trata de la imagen internacional y eso es bueno.

Si se combate con mano firme a la inseguridad y se proporciona empleo digno para los millones de ecuatorianos que no lo tienen, el éxodo de compatriotas se detendrá, con las positivas consecuencias para el tan ansiado desarrollo.