Fardo

Wellington Toapanta

El fardo, la envoltura o bulto de papel entintado, llegó a la Corte Constitucional, que responderá, con lenguaje atemperado, a cada una de las acumuladas inconsistencias de los precarios proponentes del juicio político presidencial y al Consejo de Administración Legislativa.

El enredo de la mayoría parlamentaria siguió, con prepotencia, a los resultados adversos del referéndum gubernamental, como a las pírricas de gobiernos seccionales, aunque existen voces que también consideran porque “hoy las autoridades incautan droga a diestra y siniestra”, por lo que “pueden ser una piedra en el zapato”.

Tal sería la premura para formar la ‘Comisión Especializada Ocasional por la Verdad, Justicia y la Lucha contra la Corrupción’, cuyo resultado demostró no haber sido especializada, entendida, menos experta ni científica en la investigación del caso ‘El Gran Padrino’.

El informe aprobado por 104 parlamentarios puso a estos en relieve de ineficiencia e ignorancia por los eslabones de inconsistencias sobre el caso ‘investigado’, aunque floridos en reiterar antojadizos estribillos y consignas elaboradas fuera del parlamento.

Pero, los externos también evidenciarían precario conocimiento e información sobre la normativa y realidad nacional, a menos que, conscientemente, su deseo haya sido forjar ensambles calculados para mantener en vilo los propósitos de bienestar nacional, con amenazas, tensiones, zozobras, temores, miedos a todo nivel.

Es que la incertidumbre y la inestabilidad parecerían ser los propósitos de quienes pretenden retomar el total poder político del Estado, porque no les satisface lo alcanzado hasta ahora, insignificantes para garantizarse impunidad, lavar su imagen de las sentencias por su cleptomanía en el sector público.

Por ello, parece que tienen ataques de urticaria cuando leen que baja el riesgo país; que el desempleo disminuye, aunque levemente; que se promociona inversión interna y externa, porque su negocio político es bloquearlas, para lo que no solo utilizan la Asamblea Nacional, sino también denominadas organizaciones sociales, devenidas en sus fuerzas de choque.

Todos, en conjunto, bregan por sostener en perplejidad al Ecuador, incluso amenazando con calentar las calles si el presidente utiliza su atribución constitucional de disolver la Asamblea Nacional. Creyentes y laicos dirían que son sujetos sin Dios ni Ley. El fardo es su obra suprema.