Ética en la política

Franklin Barriga López

En consideración  a que el ejercicio de la democracia trasciende el acto electoral y a fin de adoptar criterios y compromisos dentro de una educación para los ciudadanos, que enseñe a pensar críticamente y ofrezca un camino de maduración en valores, se ha emitido un comunicado de actual y gran importancia.

En este documento, se expresa: “Se lamenta que el país atraviese de nuevo por un ambiente político electoral con las mismas prácticas clientelistas, de denuncias de corrupción, de despilfarro de fondos públicos, de mal uso de los recursos del Estado para favorecer actividades político-partidistas y el excesivo dinero en las campañas”.

Se añade: “Los ciudadanos, a la hora de elegir entre los candidatos a puestos de elección popular, debemos tener criterio para discernir, cómo ver hoja de vida y familiar, planes realistas, promesas de campaña y fuentes de financiamiento; descartar a ciudadanos corruptos. No permitamos que la actividad política sea capturada por quienes solo se preocupan por sus propios intereses y su facción”.

Estos análisis y exhortaciones son bienvenidos, ya que además de ser oportunos son necesarios, en momentos tan complejos que atraviesa la sociedad. Las reflexiones transcritas pertenecen a la Conferencia Episcopal Panameña y pueden y deben ser oídas y aplicadas en todos los vastos territorios donde hace presencia el catolicismo. Se trata de realidades y orientaciones positivas, lejos, muy lejos de esos tiempos donde desde los púlpitos se introducía ingredientes políticos en los sermones; curas y monjas participaban en campañas electorales a favor del candidato que recibía la bendición de esa poderosa institución que, como en la Edad Media, controlaba las conciencias y amenazaba con el fuego eterno a los desobedientes de sus mandatos, vigilados por la ‘santa’ Inquisición,   que no tenía nada de santa.