¿Estado fallido?

Rodrigo Santillán Peralbo

El Ecuador va en camino de convertirse en un Estado fallido si se considera que los ciudadanos sienten que están desprotegidos frente a las fuertes amenazas internas y externas que ocasionan graves inquietudes e impotencia, porque han perdido la confianza en la ley y la justicia, mientras crecen las desigualdades, se extiende y agudiza la pobreza, aumenta el desempleo y crece la ineficacia del Estado.

Existe desasosiego y desesperanza al ver crecer la corrupción en todos los niveles del Estado, lo mismo que el incremento de la violencia que, en ocasiones, termina con la vida de seres inocentes como los niños. Aumenta la incertidumbre frente a la ausencia de credibilidad en las correspondientes funciones del Estado que, casi siempre, se muestran incompetentes para responder a las inquietudes ciudadanas, o cuando el “Estado se caracteriza por su incapacidad para controlar el territorio, falta de autoridad y poca presencia ante la comunidad internacional”. ¿El Ecuador camina por el despeñadero de un Estado fallido?

Muy pocos ciudadanos tienen confianza en el Ejecutivo que no ha podido lograr aceptables niveles de reconocimiento o respaldo popular debido a sus acciones e inacciones. La Asamblea Nacional goza de un feroz desprestigio plasmado en adjetivaciones y desprecios; la Justicia ha sido muy cuestionada por sus absurdos fallos emitidos por jueces en favor de personas con fuertes acusaciones. Si el Estado no cumple a cabalidad con sus funciones podría encaminarse hacia un Estado fallido.

El pueblo ha perdido la confianza en las instituciones estatales, y es incrédulo en la política. Bien podría decirse que ya no confía en nadie y que en nadie cree y así el Ecuador transita por la amplia avenida que lo