Escritura y plataformas

Pablo Escandón Montenegro

Dickens, Balzac, Dumas, Hugo, Salgari, Flaubert. Si le suenan esos apellidos también le deben ser familiares Oliver Twist, La Comedia Humana, Los Tres Mosqueteros, Los Miserables, Sandokán y Madame Bovary, sus respectivas obras.

¿Por qué hago este recuento de autores y obras? Sencillo, porque ellos publicaron sus más connotadas novelas, por entregas, en folletines, y hubo quien hasta contrató escribanos para que le ayudaran a completar las historias en el tiempo determinado con los editores.

La impresión de periódicos semanarios y quincenarios en el siglo XIX fue la tendencia en la sociedad europea, que masificó la lectura entre las mujeres, principalmente. Las vidas y desventuras de los héroes y heroínas de las historias llegaban por entregas, como lo hacen ahora las series en las plataformas, para las mismas mujeres y sus familias: hijas, hijos, esposos…

Volvemos al mismo circuito de la escritura para la gran audiencia. Un ejemplo es George R.R. Martin, el escritor de Juego de Tronos, que con sus novelas y la supervisión de los guiones de la serie, logró enganchar y establecer como tendencia la fantasía de los dragones y las casas nobles que pelean por controlar los cuatro reinos.

Pero esta ‘tendencia’ ya la vivimos con las telenovelas, pero siempre lo que hace la Metrópoli es para destacar y estudiar. En los años ochenta y noventa, las escritoras venezolanas fueron aquellas que en entregas nos contaban sobre la vida dramática de sus personajes interpretadas por las divas venezolanas y mexicanas.

Corín Tellado y Delia Fiallo escribieron en revistas para mujeres, supervisaron y escribieron con otros guionistas las historias melodramáticas que triunfaron en toda Latinoamérica y también en los países que pertenecieron a la cortina de hierro.

No olvidemos que el melodrama latinoamericano se inició con las radionovelas y también los superhéroes propios de la región hicieron el salto mediático de la narración oral hacia la gráfica, con los cómics de Kalimán, por ejemplo.

La escritura es múltiple y líquida, y como tal se adecua a las plataformas que rigen en cada tiempo, pues las audiencias son las que determinan sus usos. Lo que en un tiempo fue el folletín y pasó a la radionovela, para instalarse en la televisión, ahora está en las plataformas digitales, los videojuegos y el audiovisual seriado y expandido.

La industria cultural debe tener en cuenta el cambio y los saltos mediáticos actuales para poder llegar a más usuarios-lectores-espectadores, pues ya no hay un solo término para quienes consumen productos culturales. Por ello, los escritores también deben pensar en que sus obras no deben estar en un solo formato; deben concebirse como ‘showrunners’, un término actual que ya fue ejecutado por Balzac, Dickens y Salgari, por ejemplo, pues ellos cuidaban de la edición, buscaban las imágenes, etcétera: dirigían sus espacios en el folletín.

Si al momento de escribir una historia se puede pensar más en los lectores-usuarios-espectadores y sus accesos mediáticos, esa historia tendrá mayor impacto y el escritor configurará una comunidad de fanáticos, lectores que lo apoyarán en sus diferentes empresas creativas.