El incesto de Lenin

La corrupción, que nos apabulla desde 2007 en este país de desmemoriados, reventó cuando se procesó judicialmente los sobornos del correísmo. Si repasamos y analizamos la historia contemporánea del mayor saqueo público llegaremos a desenmarañar la trama tras la hidroeléctrica Coca Codo Sinclair, obra que muestra los dientes de un embajador de China y el sello de Sinohydro. Esa siniestra carcajada de los financistas de los papeles de Panamá y las vacaciones tropicales de la familia de un enriquecido mandatario ecuatoriano.

La fiscal Diana Salazar tardó años para indagar y exponer el caso ‘INA papers’ ante una prensa que se acostumbró al escándalo y al tira y afloja de los noticiarios, pero no concluyó por qué hemos llegado a dónde hemos llegado. Es decir, fue primero la prensa de investigación, en un reportaje, la que tituló: ‘El laberinto offshore del círculo presidencial’ a un caso truculento de cinismo público. Pero, alguien intentó echar tierra y callarlo. Una narrativa suculenta del populismo depredador de un dictadorzuelo y la vileza de sus corifeos. De aquellas sabatinas persecutorias del demagogo y cuando pasamos a sorprendernos por el relato de una traición: del incesto en la misma cuna del poder.  

Años más tarde, otra prensa poco prolija; y, otros periodistas, pero a nombre de la gran investigación, pues se trata de los mismos villanos, presentan una filtración policial documental y se llevan todo lo que esté a su paso. Al parecer, la demora de Fiscalía blindó aquella denuncia y avivó la red corrupta de empresas públicas que fue forjada en el ‘correísmo morenista’. Todo hasta volverse una bomba de tiempo a punto de estallar. Esto a Guillermo Lasso le explotó en las manos. Ese calcado delito de cohecho convertido en una manera de gobierno y la prensa que lo matiza con más colorido y surrealismo. Una réplica del engendro original del narcoestado criminal; hoy, más indolente y fenomenal.

Así, no es fácil hacer periodismo en un país con muchas guerras internas donde reina la impunidad. Una profesión castigada por delincuentes avezados, el narcotráfico; jueces, rectores universitarios y policías corruptos, clanes mineros, deforestadores y grandes corporaciones asesinas del planeta. Sin embargo, ningún poder puede dañar el derecho del ciudadano de informarse ni de compartir y seleccionar ideas distintas para tomar decisiones. No olvidemos el antifaz clandestino de los detentores del poder en los tres últimos gobiernos que desde hace tiempo intentan impedir que la verdad salga a la luz.

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