El hambre

Rodrigo Santillán Peralbo

En pleno siglo XXI, una gran parte de la humanidad sufre hambre y millones de niños sufren de desnutrición crónica, porque sistemáticamente y en cada día se viola el derecho fundamental a la alimentación que hoy se ve afectado por las políticas sancionadoras de Estados Unidos y sus aliados de la Unión Europea a Rusia, debido a la guerra con Ucrania.

La crisis alimentaria mundial destruye el derecho más elemental para el ser humano: el derecho a no sufrir hambre y a estar bien alimentados. El hambre provoca este drama que no solo impide el desarrollo de las naciones, ya que “el difícil acceso a los alimentos trae consecuencias graves en la salud, la educación, el bienestar de madres y padres. Además, disminuye la capacidad del ser humano de ganarse el sustento diario”.

Se define a la crisis alimentaria como la dificultad seria y, en la mayor parte de las veces, insuperable, que tienen los seres humanos al acceso a alimentos suficientes, seguros y nutritivos para satisfacer sus necesidades dietéticas y preferencias alimentarias para una vida activa y sana, de conformidad con una de las concepciones de la FAO.

El informe de la Red Mundial contra las Crisis Alimentarias plantea que tras la pandemia por la COVID-19, han surgido nuevas amenazas para los países más vulnerables en relación con el acceso a los alimentos. En 2022 había más 155 millones de personas que sufrían la crisis alimentaria.

Hoy serían unos 170 millones de seres humanos los que sufren de crisis alimentaria. Las causas actuales de la crisis serían las sanciones de Estados Unidos y la Unión Europea a Rusia por la guerra en Ucrania que provocan el desabastecimiento de productos alimenticios y el deterioro y agravamiento de la crisis alimentaria que golpea a los más vulnerables: niños y ancianos.