Crisis de ideales

Ana Changuín Vélez

La crisis de ideales en la política es una preocupación seria que afecta la calidad de la representación y el futuro de una sociedad. La falta de convicción y la búsqueda desmedida de poder pueden tener graves consecuencias para el bienestar colectivo. Es fundamental que los líderes políticos, principalmente los jóvenes, se comprometan con valores éticos y principios sólidos que prioricen el bienestar de todos los ciudadanos.

Los ideales están presentes en la mente de una persona y representan sus intereses más nobles, por los cuales podría dedicar toda su vida con tal de lograrlos. En un político, constituyen los sueños y esa necesaria vocación de servicio que lo lleven a participar y a dedicar su tiempo para alcanzar un cargo de elección popular.

Cuando vemos a jóvenes políticos sin ideales, perdemos la oportunidad de contar con una generación comprometida con el bien común y con la responsabilidad de forjar un futuro próspero para todos. Por eso es esencial fomentar en ellos la importancia de adherirse a principios que vayan más allá de intereses individuales o partidistas, y que prioricen el bienestar colectivo y la preservación de valores fundamentales para una sociedad más democrática y justa.

Para abordar esta situación, sugiero mirar filosofías y visiones éticas que puedan enriquecer la política y los ideales en la sociedad. El pensamiento de Confucio, por ejemplo, puede ofrecer valiosas lecciones sobre el comportamiento humano en armonía y lo que constituye un buen gobierno. Su filosofía, completamente vigente, gira en torno a que la naturaleza humana es susceptible de ser mejorada y perfeccionada; y, que un modelo en armonía puede beneficiar a la comunidad en su conjunto. Si bien Ecuador tiene su propia riqueza cultural y tradiciones, adoptar algunas de estas enseñanzas puede ser beneficioso para el desarrollo del modelo de país que queremos dejar a nuestros hijos.

Por eso sugiero evaluar cuidadosamente a los candidatos y cuestionar en ellos la existencia de ideales sólidos y un compromiso genuino con el bienestar y el mejoramiento de las necesidades que tiene nuestro país. Profundicemos en por qué y cuándo decidió ser candidato; también en sus posturas frente a temas sensibles como la pobreza, la desigualdad, la participación política, los derechos de las mujeres y el medio ambiente. Temáticas fundamentales para entender sus prioridades y su idoneidad para ocupar puestos de liderazgo.

Ser idealista no significa ser ingenuo o tonto, sino tener una visión inspiradora que motive la búsqueda de soluciones innovadoras y un futuro más esperanzador. Combinar el pragmatismo con el idealismo puede ser la clave para abordar los desafíos complejos que enfrenta la sociedad y transformar la política en una fuerza positiva para el cambio.