Aunque era una medida necesaria para el gobierno de Iván Duque, porque una reducción de gastos no era posible, no fue solo la protesta por el alza de impuestos ni salir a las calles a rechazar la medida, en medio de la pandemia. Era un reclamo legítimo, pero hay interesados en que siga la anarquía (foro de San Pablo, Cuba, China, Rusia, Irán o Venezuela).
Varios días de reclamos y violencia. Ciudades bajo sitio -como Cali- y desabastecidas. El gobierno, presionado, retiró del congreso su proyecto de reforma tributaria y tuvo que negociar pedidos con el comité del paro, con un alto costo político. Vale recordar que el candidato del socialismo del siglo XXI, Gustavo Petro, encabeza las encuestas y esto lo favorece.
El nuevo presidente ecuatoriano, Guillermo Lasso, dijo que “sería inaceptable subir o aumentar nuevos impuestos” en los actuales momentos, previendo reacciones de sectores radicales. El gobierno entrante debería vigilar a ciertos grupos (los que armaron la violencia en octubre de 2019) que buscarán, desde el principio, “moverle la alfombra”.
Está la Conaie, que tiene elecciones internas y el grupo más extremista, el de Leonidas Iza, tiene todas las opciones para liderar al movimiento indígena. Desde ese sector se menciona un “vuelve octubre”. Y anuncian protestas por medidas del gobierno que se va (alza del pan, la mensual de combustibles -causa de lucha contra el decreto 883-) y las que tome el entrante al que, desde ya, acusan de “neoliberal”. Los transportistas también anuncian movilizaciones.
Pero, también, insólitos acuerdos legislativos de último minuto entre Creo y sus aliados socialcristianos con los correístas y no con Pachakutik e Izquierda Democrática, para las comisiones legislativas, el CAL y todo lo que facilite o evite la pugna de poderes (el reparto) poniendo al nuevo gobierno contra la pared (por favores, indultos o amnistías).
En la asamblea y en las organizaciones sociales hay un ánimo de revancha postelectoral, pese a que muchos de estos grupos votaron por Lasso en segunda vuelta. Al nuevo gobierno no se le ve capacidad de negociación. La alianza con los correístas podría ser un haraquiri.
Lasso dio los primeros pasos e hizo los primeros anuncios, generando expectativas, pero va quedando claro que, el correísmo -solapadamente- y los indígenas (la Conaie y Pachakutik) tienen, como objetivo, arremeter contra el gobierno desde el inicio, con la posibilidad de otro octubre violento. Colombia debe ser una advertencia para el nuevo mandatario.