Paradojas educativas

Más de un año  de consternación mundial provocó estacionamiento, retroceso y desaparición de procesos de vida humana, quizás a ese entonces no tan exitosas, pero servían como marco de desasosiego y ‘normalidad’ para la humanidad. Aparte, se sumaron más contrasentidos; es decir, paradojas que por ser de influencia cotidiana nos complicaron más.

Paradojas educativas, los profesores ya no son los mismos; según una investigación, sintieron aislamientos mentales, situaciones traumáticas, insomnio y ansiedad, fruto de vacíos, entre otros, los tecnológicos.

Pero, contrariamente aprendieron a ser más activos, elevar su capacidad de adaptación, utilizar nuevas estrategias didácticas, ser más creativos, mantener ánimo contagioso frente a la adversidad y convertirse en servidores ‘heroicos’ de la sociedad.

Con ausencia de alumnos y lejos de las aulas, especialmente en zonas deprimidas, buscaron a sus alumnos, por propia voluntad, para seguir enseñando y evitando la deserción, simularon  aulas en sus propias salas, caminaron senderos difíciles, se  instalaron bajo un árbol e  hicieron de una vereda cualquiera el lugar del cumplimiento de su misión; y, aparte de enseñar letras y números ayudaron a resolver problemas de pobreza e inequidad.

Esta primera idea de la paradoja, el sacrificio docente, nos conduce a una segunda, la opuesta, la del abandono al profesorado, solución complicada si no se cumple con la nueva ley aprobada.

Para  estimular, la UNESCO: “los profesores están en primera línea” por atender a 1.600 millones a de alumnos; Malala (premio nobel de la paz): “Maestros, ustedes son los trabajadores de primera línea para los niños del mundo”; y, de dos símbolos de presencia mundial con diversa ideología política, Angela Merkel: “Los profesores no son personas comunes y las personas comunes no son profesores”; José Mujica: “Lo que ellos hacen es trabajar con la cabeza y el corazón”.

 Las paradojas se resuelven evitando los círculos viciosos, reto para el nuevo gobernante.