Justicia

César Ulloa

La manera como entiende una sociedad qué es la justicia y, además, cómo la lleva a su vida diaria, determina su convivencia en términos de equidad, inclusión, neutralidad, oportunidad, acceso, integralidad, transparencia, integridad. En definitiva, calidad de vida. Por estas razones, cobra sentido e importancia tener una justicia blindada contra la negligencia, la corrupción y la impunidad, y que cuente con las mejores mujeres y hombres en calidad de operadores. Sin embargo, no hay que perder de vista que la justicia responde a un sistema, en donde interactúan varios elementos: diseño institucional, reglas del juego, formación y capacitación, evaluación y las mismas personas, además de la interacción con las demás instituciones del Estado.

La crisis que atraviesa la justicia en Ecuador no es coyuntural, sino, más bien, estructural. Esto significa que viene arrastrando dos vicios, al cual se debe agregar otro de alta complejidad: politización y judicialización de la política más la infiltración del narco. Esta hidra de tres cabezas, en la que indudablemente, hay personas con altas credenciales profesionales y éticas, no obstante, atraviesa su peor momento, el mismo que puede verse como una enorme posibilidad para la corrección de los dos vicios históricos y la ruptura de la infiltración de la mafia. No es tarea sencilla, pero tampoco imposible. Lo otro supondría naturalizar la injusticia como forma de vida, es decir: desequilibrio, exclusión, favoritismo, corrupción y opacidad.

Pese a los muchos cambios que se deben propiciar en la justicia, el más importante viene por el lado de las personas, pues los operadores de justicia deben estar investidos por el ejemplo, pues resultaría un contrasentido que imparta justicia alguien que actúe de manera contraria a la ética pública. Jueces y fiscales son los primeros en convertirse en la reserva moral de la sociedad. Otro tanto de responsabilidad tiene las universidades y es ahí donde se debe reforzar la formación de quienes a futuro serán los operadores de justicia. Insisto, el camino es largo y tedioso, pero debemos iniciar.