Arte de lo imposible

El presidente electo, Guillermo Lasso, está obligado a realizar una disección profunda del correísmo morenista para cambiar el imaginario popular y lograr que la ciudadanía confíe en un proyecto innovador que legitime al Estado. Y, superar ese discurso caduco, vacío, frustrante y demagógico del socialismo del siglo XXI.

Tiene que cambiar el populismo sin plata, el odio y frustración al ‘statu quo’ que le dejó a mucha gente condenada a la pobreza, a la falta de oportunidades por una crisis económica galopante, a la llegada inconmensurable de migrantes venezolanos, al desempleo omnipresente en la inacabada pandemia y a la expansión sigilosa del narcotráfico.

Hay muchas cosas inmediatas. Empero, un plan de vacunación contra el Covid-19 de la totalidad de la población será la prueba de fuego para el novato gobierno y sus adláteres.

En sintonía, no podrá esperar debatir sobre el derecho a la salud de los migrantes pues tendrá que fijar medidas que equilibren el desplazamiento masivo y llegada de venezolanos que buscan educación y salud.

¿Fijar límites? ¿Hasta dónde y cómo puede el Estado garantizar derechos ajenos? ¿La infraestructura del país puede soportar más oleadas migratorias? ¿Y, los sistemas de inteligencia militar y policial ya pueden detectar con precisión incursiones desestabilizadoras como pasó en octubre 2019? ¿Y, el gobierno pagará al IESS la deuda local; además, los aportes a pensionistas extranjeros?

Un paso más allá, el reto estaría en transformar la educación y entrar al mercado internacional de la biotecnología, neo industria, inteligencia artificial, robótica y cibernética. La clave: volver a inaugurar las universidades y depurar todo el enjambre populista que lucró y pauperizó la educación científica.

Esa mediocridad estatal vigente traduce el fanatismo correísta, los intereses del clan político y la malversación de dineros públicos materializados en cientos de escándalos de corrupción pero sin lograr que el país evolucione a la competencia de alta calidad educativa.

De ahí que la universidad requiere cambios profundos; mucho más allá de lo local y de renovar cimientos ideológicos. Claro, si no se quiere repetir el vandalismo, la propaganda burda y diversas formas de violencia confundidas en protesta social como en los sucesos sangrientos que han paralizado Colombia.

Lasso tendrá que apoyarse en una inestable coalición y endebles respaldos legislativos, pero su arte está en realizar lo imposible, como Picasso, que creía que lo posible lo hace cualquiera.

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