Actualidad nacional

“Ya tenemos los resultados, solamente nos faltan las elecciones”, dice una frase que hace humor a las circunstancias turbias en las que se envuelve el CNE, o que recuerda también lo que ocurre con esos populismos disfrazados de izquierda en Venezuela u otros países de la región que, optando por el ‘ideal revolucionario’, siempre ganan en las urnas, porque tienen a su haber los tribunales electorales y no hay santo que les derroque por años sin fin.

En el Ecuador, después de la muerte cruzada, pululan los candidatos. Desde conocidos, con todos sus vicios y peros, hasta ‘redentores’ desconocidos que se erigen como salvadores de la Patria en un momento terriblemente difícil para la estabilidad democrática del país.

Los hechos de estos últimos tiempos han demostrado la bajeza de la clase política, sobre todo de ese partido que tiene nombre religioso: socialcristiano, capaz de pactar con el mismo demonio, como lo hicieron en la defenestrada Asamblea Nacional y con un líder que se las da de incólume, cuando nunca se ha arriesgado para ser candidato porque sabe bien que su alcance y liderazgo son locales, máximo del Guayas, y también porque no quiere perder su tranquilidad, cuando es mejor desde fuera mantenerse como un protagonista del pasado, pero perversamente astuto para los amarres, le convengan o no al Ecuador.

Por su parte el presidente Lasso que, desgraciadamente, casi siempre está enfermo, operado, accidentado. ¡Vaya pues qué mala suerte! No ha indicado si se lanzará de candidato, pero ha demostrado una actitud más recia, que no se imaginaron sus adversarios y como que se va dando cuenta que su equipo de colaboradores directos, sobre todo con el que inició el mandato no estuvo a la altura de las circunstancias y que tampoco la administración pública funciona igual que las inversiones financieras privadas.

Hay que destacar que hemos vivido un tiempo de libertades ciudadanas muy válido, pero por otro lado el quehacer político de sus oponentes desbordó toda barrera de la ética y moral pública, al punto que pase lo que pase, el sabor de la satisfacción que nos trajo la disolución de esa Asamblea de última, es válida desde todo punto de vista y de alguna manera reivindica, en medio del caos en el estamos, la necesidad de ponerle en el sitio a tanto malandrín que a nombre de legislador hizo lo que le dio la gana.

Hoy pululan los candidatos, aparecen como por arte de magia y todos anuncian la buena nueva para el país. Dicen saber cómo hacerlo, se proclaman ‘enviados’ de la divina providencia en estos momentos de angustia nacional. Seguro no hay que creerles  porque sí y, sobre todo, hay que examinar quiénes les rodean, de qué tiendas políticas vienen o de dónde financian sus vidas y con quién se juntan. Ojalá con esa argucia, le atinemos al mejor; pero, sobre todo, habrá que vigilar a los miembros del CNE, con su presidenta a la cabeza, no vaya a ser que la frase humorística con la que empieza este texto, se cumpla y quedemos burlados, una vez más, los electores.