Bambalinas

Los malabaristas, con movimientos perfectamente coordinados, crean figuras en el aire.
Los malabaristas, con movimientos perfectamente coordinados, crean figuras en el aire.

Trapecista, acróbatas y danza aérea

Desde Buenos Aires

La oferta de espectáculos culturales en Buenos Aires es tan diversa como sus costos. Estos pueden ser muy onerosos, módicos, gratuitos o “a la gorra” (expresión que hace referencia a una contribución voluntaria), pero en cualquier caso denotan mucha calidad y profesionalismo.

Recientemente tuve la oportunidad de asistir al ‘Club de Trapecistas Estrella del Centenario’, donde el público se deleitó con un collage de danzas aéreas, trampolines y demás acrobacias perfectamente logradas en el espacio, todas acompañadas de mucho colorido, adrenalina y emoción.

El evento empieza cuando una trapecista llama en voz alta a Mariano, su marido, quien se ha perdido entre las personas que hacen fila para ingresar a la sala. Una vez adentro y ya en el escenario, aparece un personaje encargado de recibir a las personas, quien sólo pronuncia: “Bienvenidos, muchas gracias”. Al darle nuevamente la oportunidad de hablar, repite lo mismo, causando risas entre los presentes. Acto seguido, sube a los andamios para coordinar los elementos que sus compañeros contorsionistas utilizarán para cada número preparado.

Los acróbatas, vestidos con mallas de colores llamativos, suben con destreza y elegancia los trapos, telones o cortinas donde realizan sus piruetas, las mismas que causan asombro y admiración en el público. Más de uno queda boquiabierto o atemorizado al verlos subidos en las cuerdas y demás elementos utilizados para llevar a cabo el espectáculo aéreo.

Sandra Commisso, periodista cultural del Diario Clarín, comenta que este tipo de obras “Apuntan todo el tiempo a los sentidos: colores que estallan, formas que desaparecen, trajes que vuelan o nadan bajo el mar, seres que pasan de una forma humana a otra abstracta en un instante…”.

Cada exposición tiene su particularidad e implica riesgos que son atenuados por el profesionalismo y habilidad con que los artistas desarrollan su trabajo.

La sonorización es un elemento fundamental para el espectáculo, al punto de que varias presentaciones incluyeron música en vivo. Los movimientos iban al compás del piano, tambor, saxofón, conga…

Algo que me llamó mucho la atención es el lugar donde se lleva a cabo la función: una vetusta edificación que data de 1925. La historia cuenta que inmigrantes rusos se asentaron en Buenos Aires y crearon la compañía de circo, que funcionó por varias décadas. Posteriormente, la construcción alojó a una fábrica de textiles que un día cerró y permaneció abandonada por casi 10 años. En el 2004 fue recuperada por uno de los nietos de los rusos, quien la convirtió nuevamente en escuela de circo y en un espacio para el espectáculo y el entretenimiento.
Las obras se desarrollan en una casona vieja con techo alto, similar a un galpón, lo cual permite que los artistas efectúen sus acrobacias, en lo alto. Indudablemente, el ambiente de este lugar tiene un toque de misterio que contribuye al éxito de las obras que allí se presentan.

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Norman Mailer premiado por…la peor escena sexual

El recientemente fallecido Norman Mailer, ganador en dos ocasiones del Pulitzer, fue galardonado a título póstumo con el premio a la peor escena sexual en novela moderna que concede cada año la revista británica ‘Literary Review’.

El premio «Bad Sex in Fiction», fallado recientemente en una ceremonia en Londres, destaca, pero por su mal gusto, la descripción de un acto sexual que el novelista y periodista estadounidense hace en ‘The castle in the forest’ (2007), su última novela y la primera que había escrito en 10 años.

El jurado del galardón aprovechó la ocasión para rendir un homenaje a Mailer, fallecido el pasado día 10 en Nueva York a los 84 años de edad tras sufrir un fallo renal.

«Estamos seguros de que habría recibido el premio con buen humor», señalaron en un comunicado los miembros del jurado, que destacaron la variedad de su obra, su periodismo innovador, su espíritu combativo y su amor por la vida.

Mailer, que con sus obras repletas de violencia, sexo y provocación marcó la escena literaria estadounidense en la segunda mitad del siglo XX y que fue contestado por el movimiento feminista por su representación de la mujer, escribió 39 libros, 11 de ellos novelas.

Tocó además todos los géneros, desde el teatro y la poesía hasta el cine y el ‘nuevo periodismo’, en el que, mediante técnicas de narrativa de ficción, mezcló sus vivencias personales con la información de los hechos.

Mailer, que ganó sendos Pulitzers con ‘Los ejércitos de la noche’ (1968) y ‘La canción del verdugo’ (1979), se impuso al resto de finalistas, entre ellos Jeanette Winterson, por ‘The Stone Gods’; David Thewlis, por ‘The late Hector Kipling», y Christopher Rush, por ‘Will’.

Otros aspirantes eran Richard Milward, por ‘Apples’; Gary Shteyngart, por ‘Absurdistan’, y Ali Smith, por ‘Girl me boy’.

El premio, que ya va por su decimoquinta edición, fue instituido en 1993 con el objetivo de poner de manifiesto el uso «crudo, sin gusto y, en ocasiones, superficial» de escenas sexuales en la novela moderna y de tratar de desanimar a los escritores a utilizar ese tipo de recursos.

Esta es la primera vez que el galardón ha sido concedido de forma póstuma.

El premio, recibido el año pasado por Iain Hollingshead por su novela ‘Twentysomething’, ha sido ganado por otros prestigiosos escritores como Sebastian Faulks o Tom Wolfe, este último uno de los pocos que decidió no recoger el premio en persona.

EFE

Norman Mailer ganó en dos ocasiones el premio Pulitzer.
Norman Mailer ganó en dos ocasiones el premio Pulitzer.