El fantasma de octubre y sus ‘patas cortas’

CONCENTRACIÓN. El dirigente indígena Yaku Pérez agradeció a los presentes, micrófono en mano, desde los altos de la esfera del parque El Arbolito, el viernes pasado.
CONCENTRACIÓN. El dirigente indígena Yaku Pérez agradeció a los presentes, micrófono en mano, desde los altos de la esfera del parque El Arbolito, el viernes pasado.

El movimiento indígena volvió a Quito y la Ecuarunari anunció el cierre de vías; temen que se repita un ‘octubre de 2019’.

Temor y tristeza. Así se expresa el recuerdo de un ‘octubre’ aún latente en los alrededores del parque El Arbolito, principal escenario de las violentas protestas de 2019 en Quito, que culminó con ocho muertes, de 1.300 heridos, y el incendio del edificio de la Contraloría General.

Su fantasma, aunque silencioso, acompañó al movimiento indígena el 23 de febrero de 2021, cuando volvieron a Quito, más de un año después, a protestar por un presunto fraude electoral tras la primera vuelta.

Para sorpresa, luego de caminar 432 kilómetros, desde Loja hasta Quito, nadie pernoctó en el parque, ni en el ágora de la Casa de la Cultura -lugar de acogida por tradición-. Esta vez buscaron albergues, se quedaron en las sedes de la organización, se los ve participar en manifestaciones en las afueras del Consejo Nacional Electoral (CNE), llevan banderas, algunos bastones, sus gritos se escuchan, su protesta es visible, pero la violencia quedó atrás.

¿Cuál es la diferencia? ¿Qué cambió? “Es que ahora organizó la Ecuarunari”, dice sin titubear Gustavo Tenesaca, dirigente de la organización. “Históricamente, nuestra lucha ha sido pacífica, en resistencia, pero procurando la paz. Respetando a todos, sin importar de dónde vengan”.

Tenesaca no habla con pausas, está consciente del temor que infunde evocar los sucesos de esos días. “Hubo infiltrados eso días. Había intereses de por medio”,  dice sin parpadear.

Los que asistieron

La mañana del 26 de febrero de 2021, ya con los resultados de las elecciones proclamados y a la espera de un pronunciamiento del CNE sobre la revisión de actas con inconsistencias, el movimiento indígena convocó desde Quito a una nueva movilización, a la que respondieron de palabra unas 20 organizaciones, pero el grupo que se concentró en El Arbolito no superaba las 600 personas.

Eso sí, el ambiente era diferente. Bastaba llegar, ni siquiera presentarse, para que Patricia Pozo extendiera la mano con un plato de comida.

– “Pero yo no vengo a la marcha. No se moleste”.

– “No importa, hijito. Si va a estar aquí tiene que comer algo. ¿Ya desayunó?”.

Pozo es la coordinadora de la sede sur de la Ecuarunari. Voluntaria en la logística. Su trabajo, en sus propias palabras, es que nadie se quede sin un plato de comida. “Llévese un platanito para el camino. Uno puede estar enojado, pero no con hambre”, dice alegre.

La comida llegó por donación. Cada miembro del movimiento aportó con lo que pudo y la dirigencia se encargó de organizar a todos. Para el abasto tenían lo necesario, también había algunos comerciantes ambulantes por la zona y, en los alrededores, con las puertas medio cerradas, los negocios de la zona que sobrevivieron a la pandemia.

El temor

Flor, de 56 años, propietaria de una panadería cerca del parque, decidió bajar las persianas metálicas a la mitad. Se la ve con las llaves a la mano. “Si esto se pone feo salgo corriendo. Estos días ha estado tranquilo todo, trato de salir con el negocio, pero tengo miedo de que algo pase como en ese octubre”.

Y es que el miedo está presente. Para el 18 de febrero ni siquiera habían comenzado a caminar desde Loja y ya el alcalde de Quito, Jorge Yunda, sentenciaba: «Si se movilizan a Quito por algo que tiene que resolver el CNE, vendrán bastantes, porque acá somos tres millones que no permitiremos más problemas de los que ya tenemos, suficiente con esta tragedia sanitaria, económica y sin vacunas”.

Se esperaba un cierre vial, hubo resguardo policial presente todo el tiempo. El plan para el viernes pasado era iniciar la marcha en El Arbolito, caminar por la 10 de Agosto hasta la avenida Eloy Alfaro y llegar al CNE, que permanecía cercado con rejas y alambre de púas, resguardado por elementos de la fuerza pública, en caballos, camiones blindados, con el respaldo de grupos especiales…

Ese mismo día, mientras el presidente, Lenín Moreno, era parte de una ceremonia castrense en la Escuela Militar por el Día del Civismo, Delia Jumbo, dirigente de la Ecuarunari recordaba con tristeza a los heridos de octubre.

Ella también habla de los infiltrados. “Los policías nos alertaron y era verdad. Era gente que no formaba parte de la Ecuarunari. Pero no supimos identificarlos en medio de la violencia”.

La diferencia, según dijo, es que esos malos elementos no vinieron esta vez y permanecen en silencio. (LGP)

La paz fue relativa

Cerca de las 18:30 del viernes 26 de febrero, la Policía Nacional respondió con chorros de agua y bombas lacrimógenas a un grupo de manifestantes que retiró las vallas metálicas que resguardan el edificio del CNE.

En los alrededores del edificio se escuchaba en los megáfonos los mensajes llamando a la calma, solicitando que realicen la vigilia de manera pacífica. Minutos después de las 19:00 se volvió a escuchar la música que acompañó al movimiento durante todas las jornadas de movilizaciones y la protesta continuó, sin mayores complicaciones, pero con la permanente advertencia de la Policía de no retirar las vallas.

A la par, la dirigencia, inconforme con los resultados del CNE, convocaron al paro nacional

La diferencia está en los detonantes

La principal diferencia de las actuales protestas con las de octubre, según el sociólogo Andrés Groner, son los detonantes. “Aunque el movimiento indígena lideró las protestas de 2019, los que salieron fueron varios grupos sociales. Se protestaba en contra de muchas cosas, entre otras, por las medidas económicas del Gobierno”.

Agrega que “las actuales protestas se dan por un tema, netamente: sostienen que hay fraude en el proceso electoral”.

Otro factor que marca la diferencia es que el movimiento mantiene divisiones muy amplias. “No es homogéneo”, dice Groner. “Hay un sector muy concentrado en Leonidas Iza, otro en Yaku (Pérez). Hay mucha distancia en las visiones que tiene cada grupo respecto a temas económicos e incluso ambientales”.

Es por ello que el experto considera que el paro nacional convocado para estos días, posiblemente no contará con el todo apoyo de la organización. “Un segmento no va a estar presente en el paro porque considera que la candidatura de Yaku Pérez es, al fin y al cabo, una carta perdida y las alianzas se están moviendo”.

Ecuarunari  anuncia  bloqueos de vías en todo el país

Uno de los dirigentes de la Ecuarunari, Gustavo Tenesaca, manifestó que el fin de semana que el Consejo Nacional Electoral (CNE), ha defraudado en la revisión de los comicios del pasado 7 de febrero y ha vulnerado la decisión del pueblo ecuatoriano, por eso la  Confederación de Pueblos de la Nacionalidad Kichwa del Ecuador ha convocado a un paro nacional.

Según Tenesaca, cada provincia está organizándose en su territorio para el reclamo.

Por otra parte, Carlos Sucuzhañay, presidente de la Ecuarunari, expresó que una de las principales acciones de la manifestación serán los cierres de vías del país.