Rescatar el valor del ahorro

En las últimas cinco décadas, especialmente desde el inicio de la exportación de petróleo a gran escala, Ecuador experimentó el mayor proceso de crecimiento de su historia. Eso invitaba a suponer que quienes comenzaron su vida productiva en aquel entonces tendrían una vejez tranquila, con razonable seguridad financiera. Sin embargo, las cifras muestran que la realidad es otra y que casi la mitad de ecuatorianos mayores de 65 años no cuentan con ninguna fuente de ingresos.

Este gravísimo problema, cuyas consecuencias pesan sobre las finanzas públicas y sobre los bolsillos de las generaciones siguientes, tiene que servir de alerta para no cometer los mismos errores durante las próximas décadas. En un futuro, Ecuador ya no contará con el ‘bono demográfico’ de una población productiva creciente, la masa de jubilados aumentará y las redes familiares se están debilitando, por lo que se requieren cambios profundos.

A nivel institucional, es de sobra conocida la necesidad de una reforma laboral y de seguridad social que facilite la formalización y el aumento de la masa de aportantes. Sin embargo, a nivel cultural, es urgente retomar la importancia de una práctica que fue parte tradicional de nuestro bagaje, pero que en tiempos recientes se desincentivó: el ahorro. Una mala comprensión de las bondades sociales del consumo masivo y del aumento de la demanda hizo que la ciudadanía olvidara la importancia de guardar recursos para contingencias y para la vejez, pero eso no puedo continuar. Para ello, es importante que tanto el mensaje como el ejemplo vengan también del Gobierno; autoridades que practiquen la austeridad, ahorren y no gasten lo que no tienen serían una importante fuente de cambio.