Carla Játiva tiene 51 años, ella cuenta que a los 35 pasó por la adolescencia de su primer hijo y antes de los 40 de la de su segundo hijo, pero ahora le cuesta adaptarse a esta etapa de su última hija que tiene 13 años.
Como ella Santiago Villafuerte, de 45 años, señala que si bien siempre leyó sobre la importancia de conocer los cambios que pasan los niños en la adolescencia, en la práctica se le hace complicado el tratar con sus mellizos, por eso con su esposa buscaron ayuda para poder mejorar las cosas con sus hijos.
Los adolescentes
Mientras que Gabriel, que tiene 13 años, señala que realmente no entiende muchas cosas que están pasando en su cabeza y emociones.
“A nosotros nos explican que nos va a salir vello público, que nos va a cambiar a voz, pero no nos dicen que las emociones se nos vuelven un nudo y si somos hombres tenemos prohibido hablar de ello porque no somos fuertes, en serio a veces ni yo me entiendo y no sé cómo hablar con mis papis” dice Gabriel.
Algo parecido comenta Julián de 15 años, que añade que le “cansa” el que quieran tomar todas las decisiones por él, y que no le permitan experimentar más sobre su vida y sus gustos.
“Yo no digo que me dejen ir a beber, fumar o hacer cosas malas, pero sí que me permitan saber qué me gusta y es en todo, en la comida, en la forma de vestir, de caminar, en todo”, dice Julián.
EL DATO La adolescencia es una fase a menudo conflictiva que, hoy en día -porque parece que se va adelantando–, suele producirse entre los 12 o 13 y los 16 o 17 años.
Explicación
La psicóloga Rosario Jurado señala que los cambios de los adolescentes efectivamente no son solo en lo físico, sino en su cerebro también, por ello tienden a actuar impulsivamente, malinterpretar las señales sociales y emocionales, envolverse en toda clase de accidentes por experimentar y eso también los lleva a tener peleas, no solo entre sus pares si no con su entorno cercano, su familia.
Algo que Rosario comenta que les preocupa a los padres es que, tienen a no medir el riesgo y por ende pueden tener un comportamiento peligroso y arriesgado.
“El castigo, mucho menos físico, no es una opción, conversar y hacerles ver que sus decisiones y acciones no están siendo las adecuadas es una mejor forma de tener una convivencia pacífica”, comenta la experta.
Resalta que “hay que permitirles que actúen no por temor, sino porque desea obrar bien, eso les ayudará a actuar así por el resto de sus vidas”.
Rosario añade que, aparte de lo físico, en la sociedad los adolescentes no tienen un papel definido, no son ni niños ni adultos, y eso los hace infelices y nerviosos ya que no se sienten identificados con nada ni con nadie.
Por ello sostiene que lo primordial para una convivencia sana es el diálogo, en el que se le permita al adolescente tener participación en su vida y así no sienta que lo que tiene que hacer es por la imposición del “porque sí”, o del “porque lo digo yo”.
Otros consejos
- Intenta ver sus cualidades
Busca el lado bueno, siempre lo hay. Seguro que tu hijo hace muchas cosas bien a lo largo del día, e incluso las que hace mal no las hace todo el rato.
- Cambia de punto de vista
Descubrirás que incluso algunas cosas que te parecían mal se pueden interpretar de otra manera. Piensa en esta frase como ejemplo: “te pasas el día de cháchara con los amigos, más te valdría hacer algo útil” frente a “tus amigos te quieren mucho, siempre te llaman”.
- Habla bien de tu hijo
Los trapos sucios se lavan en casa. Los padres caemos con demasiada facilidad en la pequeña venganza de reunirnos con otros padres para poner verdes a nuestros hijos, eso no es correcto.
- Dale tiempo
Y a lo mejor también tiene razón (¿o también se equivoca?) ¿O, tal vez, con la perspectiva que dan los años y la experiencia, comprendes ahora que tus padres también tenían parte de razón, que tuvieron que (o que, honradamente, creyeron que tenían que) hacer lo que hicieron, que tú tampoco se lo pusiste fácil?
- Piensa qué es lo importante
Reserva tu autoridad para los problemas serios. Evita todos los conflictos que puedas evitar, transige en todo lo que se pueda transigir… y no temas ejercer tu autoridad cuando sea realmente necesario.
- Mantén la calma
Antes de decir o hacer una tontería, cuenta hasta diez, hasta cien, hasta un millón. Y, al final, mejor que no digas nada. Las palabras pronunciadas ya no se pueden recoger después.
- Recuerda que te quiere
Tal vez lleva un tiempo en que casi no lo demuestra, en que rehúye los besos y abrazos. Pero te quiere igual; y si sabes estar atento, lo notarás.