Ciudades y alcaldes

La conurbación de las ciudades transforma el hábitat en grandes estructuras en las que el caos comienza a reinar. Esto exige que ejerzan la gobernanza quienes conozcan de urbanismo y dinámicas poblacionales, para así lograr soluciones rápidas, precisas y satisfactorias a las necesidades ciudadanas. 

Elegir alcaldes es clave si se depura la charlatanería y se valida su conocimiento. En ciudades pequeñas es más fácil conocer a los postulantes para alcaldes y  concejales, lo que evita caer en “buscadores de oportunidades para la trampa”. Esto exige que los electores se empeñen en visualizar con astucia si vale la pena dar el voto.

Las grandes ciudades como Quito y Guayaquil exigen sectorización, con la presencia de varios alcaldes y no uno. Estas urbes tienen limitaciones para resolver problemas en territorios muy dispersos. Los electores deben pensarlo. Así quizá se logren soluciones efectivas en el tránsito y la seguridad.

En Quito urge resolver la movilidad. El Alcalde debe intuir por dónde ir para bien de la ciudad, disponer de buenos urbanistas que faciliten orientar soluciones. En los dos últimos años a escala nacional la venta de automotores incrementó y ni las restricciones de circulación mejoran las cosas.

Quito requiere un Alcalde con decisión de hacer grandes vías de descongestión, con estructuras subterráneas o elevadas —como el cruce de Granados con Eloy Alfaro—, donde un paso elevado para quienes vienen de los valles aliviaría el trancón, como Guayaquil hace incluso más allá de sus necesidades. Aquí duerme desde hace años el antiguo proyecto de la autopista de circunvalación y otros puntos claves para dar fluidez a la ciudad. Sumar estrategias de abastecimiento de  agua, energía, seguridad, salubridad sería un paquete adecuado para atender a la ciudadanía, esto no es cosa de aprendices u oportunistas.