Son 72 años que el primer carro con su reina y la corte de honor desfiló por las calles de Ambato, en aquella época eran autos, camionetas y camiones adornados con telas, papel, flores y frutas los que participaban en este programa central de la FFF.
Con el tiempo y la habilidad de los artesanos, estos se transformaron en plataformas que llevaban figuras.
Ahora podemos gozar de los hermosos carros alegóricos que son diseñados y construidos por manos ambateñas. Estos desde hace años atrás han tenido una transformación fruto de la inventiva y creatividad de quienes aman a su tierra.
En la actualidad se habla de una técnica específica utilizada por los artesanos de la ciudad, que se ha ido puliendo con los años en base a la experimentación con materiales, procesos y tiempos, saberes que son de origen ambateño.
Historia
Entre estos datos importantes se encuentra el primer carro alegórico con movimiento de la Fiesta de la Fruta y de las Flores, este fue realizado en 1985 por varios profesores del recién inaugurado Colegio Atahualpa.
Washington Moscoso tiene 65 años, dedicó su vida a la docencia colegial y universitaria, se gradúo en el Colegio Guayaquil donde estudió mecánica industrial.
Con el tiempo ingresó en calidad de profesor al Colegio Atahualpa, donde impartía la asignatura de cálculo aplicado a la mecánica, donde estudian los movimientos de las máquinas.
Moscoso contó que llegó a construir carros alegóricos de manera inesperada y por la iniciativa del cuerpo docente del colegio, que en aquel tiempo se encontraba en sus primeros años.
“Construimos con dos grandes amigos que también eran profesores de mecánica, Galo Pérez y Alfonso Brito”, comentó.
La dinámica para la construcción de los carros alegóricos y participación de comparsas eran distintas, pues las instituciones se acercaban al Comité Permanente para mostrar su voluntad de ser parte del desfile y demás programas.
“Carlos Mena, rector del colegio, me llevó a la reunión en el Comité, cuando preguntaron qué instituciones querían participar, nosotros nos ofrecimos a colaborar. Ahí también me encontré con Enrique Vásquez que construía carros alegóricos, él ofreció su colaboración debido a que yo fui su alumno”, comentó.
El carro alegórico que elaboraron en esta ocasión tenía como parte central a un molino, pues su tema principal era el Quijote de la Mancha. “Este fue el primer carro con movimiento que hicimos y el único que tenía esta característica hasta el momento”, contó.
DATO Varios de los estudiantes que pasaron por la experiencia de construir carros alegóricos en colegio luego siguieron dedicándose a esta labor.
Innovar la FFF
La idea para que la construcción tenga movimiento, fue del mismo Moscoso que gracias a la cátedra que impartía propuso que se incluya esta innovación en el carro.
“Justo dentro de la temática de mis clases daba transmisión de movimiento, hay muchas con bandas, correas, tornillos sin fin, piñones, engranajes, fricción, entonces quería aplicar lo que aprendíamos en clases”, aseguró.
Para que el molino se mueva utilizaron un mecanismo de bandas que era muy usado en aserraderos y fábricas. “Hicimos una transmisión desde la rueda posterior, se movían las aspas. Resultó muy bonito, aquí también tuvimos la particularidad de hacer todo con elementos naturales”, aseguró.
Durante 15 años construyeron carros para la institución y para otros organismos que participaban en la Fiesta, esto gracias a que el colegio se especializaba en carreras técnicas y contaba con profesores especialistas en diferentes ramas.
El gusto de construir
En esos años, la dinámica de organización de la FFF era distinta, pues quienes mostraban su interés en participar recibían un rubro económico, que debía ser utilizado en el carro alegórico, vestuario de cada comparsa y la preparación para el día del desfile.
“A veces ni alcanzaba, pero más era la colaboración de los alumnos y padres de familia que con emoción tratábamos de hacer el mejor trabajo posible, porque era la representación de la institución”, comentó.
Moscoso describe a todo este proceso como una verdadera fiesta para todos quienes participaban. “Nosotros nos veíamos ya comprometidos, el rector firmaba los documentos y enseguida todo el colegio se ponía a trabajar en lo que era la Fiesta. Oswaldo Gonzales, profesor de educación física, preparaba las comparsas, él mismo era coreógrafo, diseñador. Buscábamos la colaboración de los artesanos de la parroquia, zapateros, modistas, la comunidad participaba mucho”, contó.
La construcción del carro se hacía en la tarde, al terminar las clases y en ocasiones en las horas de práctica con los estudiantes.
“Tenían 12 horas de taller, en ese tiempo se ponían a trabajar en las partes, porque estos carros demandaban que se elaboren algunas piezas que eran fabricadas en la misma institución gracias a que teníamos las especialidades de carpintería, mecánica, electrónica, todos participaban”, contó.
La elaboración de armazones y piezas tardaba un mes, para luego seguir con el proceso más delicado en donde intervenían elementos orgánicos como flores, frutas, pan, hojas, entre otros.
En la construcción del primer carro alegórico se instauró una tradición que el colegio la siguió por muchos años, pues el día en que pegaban los elementos perecibles acudían a ayudar estudiantes con sus padres, profesores con sus familias, vecinos, amigos y conocidos.
“Era la fiesta de la comunidad, lo hicimos en este primer carro y desde ahí continuó con los años, la colocación de las flores y frutas se hacia el viernes desde la tarde hasta el domingo, trabajando día y noche para que el carro alegórico salga lo más fresco posible y con los elementos que se trabaja, crisantemos, claveles, rosas”, aseguró.
Una minga
El adjetivo de fiesta no es una exageración, pues entre música, charlas y bromas, se hacía el carro alegórico que representaría a la institución fluía.
“La inspectora general, Luisa Villafuerte, en ese tiempo motivaba a las profesoras, compramos un chancho, los alumnos y profesores teníamos ahí la comida y era una minga de la confraternidad de la institución”, contó.
Estos días se convirtieron en un asunto familiar, donde todos los miembros de las diversas familias acudían a cortar flores, pegar frutas.
“Incluso iban mis hijos cuando ya estaban grandes y ayudaban, ellos tenían su propia fiesta entre jóvenes, entre guaguas, jugaban, se divertían, se veía a todos trabajando, así vivimos en esa época la Fiesta de la Fruta”, comentó.
Todo el trabajo demostrado en este primer carro alegórico con movimiento hizo que más instituciones pidan que les ayuden construyendo el suyo, incluso en una ocasión elaboraron uno para la ESPE en Latacunga.
“En todos los carros alegóricos poníamos que fue realizado en el Colegio Atahualpa y esa era nuestra felicidad. Era hermoso ver los carros que ya salían, luego había los comentarios de la gente, de que les había gustado”, comentó.
Un dragón
Pero toda esta habilidad no paro ahí, pues buscaron la manera de seguir innovando y unos años después a más del movimiento añadieron fuego a la construcción, que en aquella ocasión fue un dragón que movía el cuello y además arrojaba una llamarada por la boca.
“Ese dragón fue revestido todo en higos, me parece que fue en el 87 u 88, en ese tiempo estaban de moda las películas fantasiosas, además, era un elemento que les gustaba a los niños, fue bonito, tomamos algunas referencias de la cultura oriental”, contó.
Para dar movimiento a la cabeza, lo hicieron con un péndulo tomando de manera exacta el centro de gravedad y lograron que se mueva a todos los lados, para el fuego se utilizó un soplete de la época, que con un mecanismo fabricado por ellos, podía ser activado por quien dirigía el carro.
“El forjador fue otro de los carros que llamó la atención, este trabajaba con un martillo en un yunque gigante, este carro también fue hermoso, así hicimos muchos carros alegóricos memorables”, contó.
Varios de los estudiantes que pasaron por esta experiencia luego fueron constructores de carros alegóricos, siguiendo así con el legado de toda una institución que tomó sus conocimientos para demostrar el amor su ciudad.