Hoy en día este parque es un lugar de encuentro, donde se ven familias disfrutando, sin embargo, en el terremoto del 49’ se convirtió en un refugio de quienes se quedaron sin hogar.
El parque Montalvo, ubicado en el centro de Ambato, es un lugar de riqueza histórica y cultural de la ciudad, donde fue la plaza mayor y la plaza matriz.
Cuenta con tres ninfas, jóvenes preciosas y un Adonis, joven hermoso, ubicados en los cuatro lados del parque, un parque lleno de claridad. Muchas palmeras lo custodian convirtiéndose en el lugar perfecto para los nidos de las palomas y uno que otro roedor.
Se siente el calor abrazador, un olor peculiar, los gritos, risas y el correteo de los niños al perseguir a las palomas, típicamente todas las sillas ocupadas, estudiantes de lunes a viernes, uno de los más típicos para visitar después de clases y muchos adultos mayores charlando de su pasado, un pasado doloroso que se cuenta en aquel lugar.
EL DATO El terremoto dejó miles de muertos y a la ciudad destruida.
Un refugio
Un 5 de agosto de 1949, fecha inolvidable para Mario Zapata, fue un día muy inusual y normal hasta aproximadamente las 14:00, día en el que ese simple parque se convertiría en un refugio, lugar que albergó a muchos ambateños sobrevivientes del terremoto, lugar que fue lleno de pena, lágrimas, tristeza y dolor.
A sus alrededores edificaciones con niños y adultos sepultados en los escombros unos ya muertos, algunos agonizando y otros sufriendo del dolor.
Aquel parque pasado las horas se convirtió en un campamento, eran carpas de lona de militares, viejas y desgastadas, ya no era un parque, era un hogar para los ambateños, lugar en el que compartirían muchas anécdotas, lágrimas, risas pocas veces comidas, pero sobre todo apoyo.
Al final todos llenos de ese empuje por resurgir de los escombros. El glorioso parque Montalvo fue casa para los ambateños durante unos meses, fechas en las que motivados por ver una ciudad que sería la joya del Ecuador empezaron a reconstruir la ciudad.
Historia
Parque donde hoy todo se ve como algo feliz, un lugar para compartir, para descansar, desconectarte un poco del estrés, para tomarse un típico helado de paila de la esquina de la Catedral, parque en el que encuentras más palomas que personas.
Ese parque que más de 74 años fue un lugar de miedo, dolor y temor. Es hoy un espacio de liberación, para muchos de nosotros es simplemente un sitio de paso para ir al colegio o simplemente ir a ver o alimentar a las palomas
Lo que no se recuerda es que caminamos sobre muertos, llanto y dolor, caminamos sobre la historia y el espíritu gentil de los ambateños que como su himno lo dice ‘altivos y valientes’.
AUTOR: Matías Lemache.
Este texto es producto del taller La Hora Lab.